La aparición del mago bajo el foco suspendido sobre su cabeza tuvo algo de estremecedor. Alto, demacrado, anticuado traje negro y una puntiaguda perilla que le daba un toque mefistofélico.
El mago estaba situado a la izquierda del ámbito luminoso del escenario. A la derecha, su joven y bonita ayudante, vestía un ajustado maillot que dejaba al descubierto sus torneadas piernas. Entre los dos había una gran caja elevada sobre una improvisada plataforma de tablones.
El mago y su ayudante se situaron a ambos extremos de la caja que tenía una bisagra en el centro y con estudiado gesto teatral descubrieron su interior para que el público comprobara que no escondía espejos, trampillas ni doble fondo.
La sonora voz del mago llegó hasta la última fila de espectadores:
-Necesitaré la colaboración de un voluntario. Si alguno de ustedes fuera tan amable de subir...
Un hombre de aspecto anodino se abrió paso lentamente por entre la multitud, en dirección al estrado
El mago le ayudó a subir los escalones, le guió hacia la caja, abrió la tapa y le indicó que se tumbara de espaldas sobre la sólida madera del fondo.
Mientras el mago cerraba cuidadosamente la tapa se oyeron por los altavoces las vocingleras notas de Mercado persa de Keterbey. El publico guardaba un silencio total cuando la sonriente ayudante entregó un serrucho al mago. Cogió la punta de la hoja con dos dedos, la dobló y al soltarla emitió un vibrante sonido metálico.
La música bruscamente cesó. La voz del mago entró en una nueva nota y la audiencia se puso tensa.
-Ahora, damas y caballeros, ruego silencio absoluto.
El afilado serrucho empezó a abrirse paso por la madera con un rítmico Ris- Ras Ris-Ras. Los espectadores contenían el aliento mientras la aserrada hoja seguía avanzando. El mago ya tendría que haber seccionado la arteria aorta, desgarrado el esófago y empezando a causar estragos en el intestino delgado. Ris-Ras.....
Un escalofrío estremeció al público cuando el mago retiró el serrucho.
Sin dejar de sonreír la ayudante abrió la caja y una cascada de sangre, visceras y fluidos cayó sobre el escenario. Un informe amasijo se desparramaba sobre las tablas salpicando a los espectadores más cercanos.
El público, aún en contra de su voluntad, miraba boquiabierto aquella carnicería. Reinaba un silencio sobrecogedor hasta que desde la sombra, entre los más alejados espectadores, se oyó una estridente risotada.
-¡Fantástico! -gritó un hombre entre regocijadas carcajadas.
Se puso en pie y rompió a aplaudir entusiasmado. Entre el público que lo rodeaba no tardaron en imitarle. Uno tras otro se alzaban de sus asientos gritando ¡Bravo! ¡Bravo! Los aplausos se volvían tan estruendosos como el rugido de una ola gigantesca.
No se había oído una ovación tan entusiasta desde el estreno de Tanhäuser de Wagner.
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Ja, ja, qué bueno. Me ha recordado a El mago del gore, la peli de Hershell Gordon Lewis.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso demuestra lo importante que es tener un tipo que te aplauda. De hecho, en los programas de televisión existe un tipo que se dedica a provocarlos. Recuerdo en "La colmena", la película, como José Luis López Vázquez justificaba el éxito de un conocido actor de teatro, gracias a los aplausos que el dirigía desde el público.
ResponderEliminarMe alegra volver a verte por aquí, Einer. Hombre, Gordon Lewis, el director de Blood Feast. No conozco esa película del mago, a ver si la consigo. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHola, Cahiers. Eso lo sabía muy bien Nerón que cuando actuaba tenía un cuerpo de 5.000 soldados encargados de aplaudirle en el circo. Un antecedente de la claque. Ahora en televisión creo que ponen un rótulo luminoso para que el público sepa cuando reir o aplaudir. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarPodría ser una performance para darle un toque transgresor al número o... podría ser lo que parece. En cualquier caso, el gore siempre tiene tirón, y si es en vivo y en directo, ya ni te cuento.
ResponderEliminareste número siempre me da miedo de que acabe tal como tu lo has descrito. Muy bueno el relato y la portada.
ResponderEliminarEstupendo relato.
ResponderEliminarSaludos.
Roy
Hola Borgo! Las personas tenemos tendencia a imitar comportamientos por eso nos parecemos tanto a nuestros amigos los monos.Da igual que veamos las tripas desparramadas por el suelo, si hay uno que aplaude será porque vale la pena hacerlo; el relato es buenísimo, pone los pelos de punta; yo desde luego nunca me ofrecería para estos experimentos, por si las moscas. Un beso
ResponderEliminarGenial, Miquel, la verdad es que con un afilado serrucho a ver cómo queremos que acaben estas cosas... La ilustración de más abajo, ¿es otra de tus portadas? Besos, Borgo.
ResponderEliminarHola, Sicoris. El gore siempre ha tenido mucho reclamo incluso el oral, con programas como Sálvame o similares. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarGracias, Aris. Yo siempre me he preguntado en esos números qué pasaría si acababa de esa forma. Seguro que al público le encantaba, con lo que le va el morbo. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Roy. Me encantan esos números decadentes con mago, serrucho y música oriental. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHola, SqS. Haces muy bien, por si acaso. A mí no me haría ninguna gracia ofrecerme voluntario para un número en el que te cortan por la mitad. Yo prefiero a Houdini que todo se lo hacía él sólo, sin´voluntarios. Besos. Borgo.
ResponderEliminarGracias, Clementine. Ojo con los objetos afilados. Sí, la ilustración es para una portada sobre el Nudo Gordiano que por cierto es una historia que me gusta mucho. Besos. Borgo.
ResponderEliminarMr. Borgo, muy buen relato, sobretodo para leerlo al regreso del trabajo. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Mr. Belknap. Siempre es bueno relajarse un poco después de la jornada laboral. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarMuy bueno el relato. Un pequeño fallo sin importancia convertido en un éxito rotundo durante unos segundos jeje. Si es que en el fondo hay que ser consciente de que somos ovejas en un mismo rebaño...
ResponderEliminarSaludos amigo
Gracias, Alimaña. Claro que pensándolo mejor igual no era un fallo, más bien ese morbo gratuito que mucha gente anhela como el público de ciertos programas televisivos. Saludos, amigo. Borgo.
ResponderEliminarSiempre nos encanta una dosis de buenos higadillos ;)
ResponderEliminarMe alegra volver a saber de ti, Sidhe. Saludos gore. Borgo.
ResponderEliminarQue buenos tus relatos siempre!!! Me está picando el gusanillo y creo que retomaré esto de escribir micro relatos, aunque seguramente no tendré tu habilidad, pero al menos lo intentaré.
ResponderEliminarUn saludo!!
Muchas gracias, Charly. Haz caso a ese gusanillo que ya tengo ganas de leer tus relatos que seguro estarán muy bien. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarYo quizás y con el debido respeto añadiría un consejo (No leer antes de las comidas) Hombre que luego te ponen sesos, criadillas, riñones, sangre frita y otras guindas, que te pillan el cuerpo raro...
ResponderEliminarUn abrazo
¡Un voluntario para cocina!!! Jajaja...Para ser cocinado.
Me flipa, el Mercado persa de Keterbey, el serrucho con su ris-ras, el silencio estremecedor del público y el chasquido final de aplausos “borreguiles” ante el amasijo de vísceras desparramadas ante sus ojos.
ResponderEliminarEres divertido, Miquel. Je, je, je…
Ann@
No me extraña con lo salvaje que nos estamos volviendo, hay un culto actual a la violencia. Fuera de la ironía del acto, supongo que el mago sería el primero en sorprenderse, imaginando que lo hizo adrede. Un abrazo.
ResponderEliminarAqui hay varias lecturas..uhm..;-D
ResponderEliminarPrimera: el mago era un chapuza
Segunda: estaban de acuerdo y el tipo
queria sucidarse
Tercera: Si no hay sangre no interesa el espectáculo.
¡Tremendo relato con un toque muy gore Miquel !
Saludos :-)
Hola, FATHER. Acabo de volver de un breve viaje por los Monegros y todo eran bares con tapas de criadillas, asaduras y mondongo. Muy apropiado para este relato. Abrazos y que no falten los voluntarios. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarGracias, Ann@. En estos momentos estoy oyendo las notas de Mercado persa y ya pensando en prepararme unos callos con morcilla para cenar. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHola, Mario. Sí que hay un culto a la violencia, no sé como será la televisión en tu país pero aquí las cosas se están saliendo de madre y no me extrañaría ver un número de magia como este cualquier día en los canales nocturnos. Lo del mago me gusta dejarlo a la opinión de cada uno. Abrazos. Borgo.
ResponderEliminar¿Qué tal, abril? Gracias, la verdad es que me gusta que cada cual saque sus propias conclusiones, tú puedes quedarte con la que más te guste. ¿Mago asesino? ¿Accidente fatal? ¡Saludos! Borgo.
ResponderEliminarLa leche en vinagre, que gore el relato. Yo pasaba tan tranquilamente por aquí.... ;->
ResponderEliminarEl aplaudidor profesional hace mucho bien en la televisión, no iba a ser menos para los pobres espectáculos pretidigitación.
Me ha gustado, el final me ha sorprendido.
Un abrazo Miquel,
SBP
Bienvenido a Borgo SBP y celebro de verdad que te haya gustado. Un poco de gore siempre viene bien, sobre todo para los aficionados a la cocina de casquería como un servidor. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarMuy buen texto, Borgo, uno de los mejores que leí en tu blog.
ResponderEliminarTiene un poco de todo, suspenso, ironía, alucinación, ritmo, diversión...
El final me encantó.
No puedo decir más, es de ésos que se recuerdan.
Un fuerte abrazo.
HD
Muchísimas gracias, Humberto. Me has alegrado la mañana al ver que te había gustado. Abrazos. Borgo.
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