martes, 30 de noviembre de 2010

CENA CON INGRID PITT


El estudio había decidido celebrar un sorteo entre los asistentes al estreno de The Vampire Lovers. El joven Dennis fue el afortunado que compró la entrada con el premio: una cena con Ingrid Pitt.
Al bajar del coche que le había dejado frente al local elegido Dennis le preguntó al chófer si no se había equivocado de dirección pero por toda respuesta el conductor cerró la puerta y arrancó a toda velocidad.
Estaba en la zona de los muelles, rodeado de lóbregos almacenes teñidos de hollín y justo enfrente de una casa de ladrillo rojo de apariencia algo más solemne que los negros edificios que la rodeaban. Cuando Dennis tocó el timbre le recibió un hombre de ojos acuosos y lentos movimientos. Cuando Dennis le mostró la tarjeta que le acreditaba como ganador aquella figura taciturna respondió con un vago gesto que el joven interpretó como una invitación para que le siguiera y arrastrando los pies le condujo a un agradable salón bien iluminado.
Ingrid Pitt estaba sentada en un extremo de una mesa decorada con candelabros. Dennis no podía hacer más que mirarla boquiabierto: más bella aún que en las películas, cabello castaño recogido alrededor de la cabeza formando una tiara griega, ojos violeta y un sedoso vestido rojo. Cuando Ingrid se levantó para saludarle Dennis vio sus medias con costura impecablemente vertical.
Empezaron a cenar en silencio el uno frente al otro. A su alrededor deambulaba un desastroso servicio de ocho silenciosos camareros vestidos de negro que parecían ausentes. Más que servir, dejaban caer indolentemente los platos sobre la mesa, pero Dennis estaba extasiado dejándose envolver con aquella larga mirada violeta. Apenas probó bocado, Ingrid dejó su plato intacto.
Sirvieron café. Un cadavérico camarero echaba una cucharada de azúcar tras otra en el café de Dennis hasta formar un islote en el centro de la taza. El joven estaba absorto contemplando aquella mirada aún más violeta. Ingrid le dedicó una sonrisa por encima de su taza de café. Sus labios rojos enmarcaban unos grandes colmillos y su mirada se volvió llameante.
Dennis se descubrió en el centro de un círculo de camareros de rostro ceniciento que se le acercaban tambaleantes. También mostraban enormes y afilados colmillos. Ingrid saltó sobre el paralizado Dennis clavando sus dientes en su garganta con gélida dureza.
Desde esa noche Dennis se convirtió en otro silencioso y desmañado camarero; aunque se advierte un destello de felicidad en sus ojos acuosos.

15 comentarios:

  1. Apropiado homenaje a una de nuestras musas del cine fantástico.

    ¿Quien que la haya contemplado en "Las amantes del vampiro" no ha querido probar esos deliciosos colmillos?

    Saludos

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  2. Sí, Quimérico: ya me estaban diciendo ¿es que no vas a recordar a Ingrid en tu blog? La idea del relato me la dió esa foto con la taza ¿a que está guapa?

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  3. Huy, Cinemagnific: seguro que habrá cola para probar los colmillitos de Ingrid Pitt. Yo ya tengo ganas desde que la vi en "Vampire Lovers" junto a Peter Cushing. Saludos. Borgo.

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  4. Chocolat ¿se reflejaba tu jefa en los espejos? Aunque ya ves lo que pasa con Ingrid Pitt, termina uno haciendo de camarero-zombi y no creo que tengan los pobres ni vacaciones ni pagas extras. Borgo.

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  5. Se nos fue una de las vampiresas mas sexys del cine. Cuado lei que habia nacido en un campo de concentración me quede alucinado.
    Una lastima. Llevamos una mala racha de fallecimientos, al de Ingrid se le unió el de Leslie Nielsen y el de Irvin Keschner.
    Un saludo.

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  6. Sí, Gárgola, la verdad es que Ingrid tuvo una vida que daría para una película. Se dice que trabajó como espía cuando vivía en Alemanis del este. Bueno, a ver si en lo poquito que queda de año los cinéfilos no hemos de lamentar ninguna pérdida más. Saludos. Borgo.

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  7. Ahora entiendo porque muchos camareros se hacen los suecos cuando les llamas.

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  8. Cahiers: dicen que tenemos un sexto sentido que te hace girar la cabeza cuando alguien a tu espalda te está mirando pero muchos camareros carecen de él. Quizás escriba una entrada sobre este misterio. Saludos. Borgo.

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  9. Gracias, Mr. Lombreeze. La verdad es que fue ver esa foto de Ingrid con sus colmillos y la taza y me vino de repente. Saludos. Borgo.

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  10. Muy bueno. Ahora empiezo a explicarme qué le pasa a ciertos camareros que te clavan su mirada gélida cuando intentas pedirles algo: todo empezó con un sorteo.
    Saludos.

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  11. Exacto, Licantropunk, la verdad es que el camarero donde voy a tomar el carajillo matutino creo que ha sido agraciado con más de un sorteo. Saludos. Borgo.

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  12. Buen relato y bonito homenaje a Ingrit Pitt.

    Sobre lo que me decía de no poder comentar en una de mis entradas le cuento que hasta hoy blogger no me dejaba comentar en varios de los blogs que sigo

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  13. Muchas gracias, Sr. Nocivo, me alegra que le haya gustado. Sí, yo también tuve ese problema para dejar comentarios pero eso no suele durar más que unos días. Borgo.

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