Había encontrado el lugar adecuado, el sultanato de Kallifah.
Exótico y atrasado, calles angostas y sucias con un mercado en
el centro. Me planté frente a un puesto de alfarería, apunté al vendedor y disparé una foto.
Polaroid 600. Al sonar el click del disparador y restallar
el flash la atmósfera pareció cargarse de electricidad. El vendedor vino hacia
mí con un apresurado flip-flop de babuchas.
-Sarami (amigo) no fotos. La foto se apodera del alma de la
persona retratada. No fotos.
Un zumbido. De la ranura de la cámara apareció la foto
enfundada en negro. El vendedor me dijo:
-Es mi alma, sarami. Si la quieres tendrás que darme mil
tarbush (unos doscientos euros).
-Esto es una foto instantánea –le dije al tendero agitando
la foto para activar los líquidos del revelado-. Tranquilo, su alma está aquí.
El vendedor intentó apoderarse de la foto pero yo me la
guardé rápidamente en un bolsillo del chaleco.
-Ahora su alma vale dos mil tarbush –le dije-. Precio actual de
mercado.
Y así fue como me pagué las vacaciones, revendiendo almas. Bueno, en otro
mercado hubo un tumulto, me destrozaron la cámara y por poco me linchan… pero eso
ya es otra historia como diría Kipling.
FIN
He recordado cuando en Ceuta, durante la mili, le hice esta
foto a un vendedor de verdura en una kábila (poblado musulmán) le sentó muy mal, me dijo que
le había arrebatado el alma y que tenía que darle cien pesetas. No me salió muy
caro, pero sospecho que caí en una trampa para forasteros.
¿Cuál sería el precio justo del alma? En 1907 un médico
llamado Duncan McDougall decidió descubrir cuánto pesa el alma. Colocó varios
pacientes moribundos sobre una báscula y en el momento de la muerte perdieron
una media de 21 gramos de peso. Según ese vendedor de la kábila su alma valía 60 céntimos de euro los 21 gramos Supongo
que ya habrán subido de precio.
MARC RIBOT
ESTRENO DE LA LLEGADA DEL TREN A LA CIUDAD (1895)
EN 1905.
MELMOTH. LA FACTURA
Ya no recordaba cuando fue la última vez que pagó una
factura. Había recibido innumerables amenazas por ello, pero no podía hacer
nada al respecto. De nada sirve disculparse por no tenerlo. En todo esto andaba
pensando cuando recibió una amenaza dentro de un sobre negro escrita en un
folio negro con letras blancas que se iban empequeñeciendo a medida que leías
hasta perderse en la más absoluta oscuridad de la misiva. Quizá la intención
fuera la de no escribir un “Saludos cordiales”. ¿Qué me puede pasar? ¿Qué me
pueden hacer? Se preguntó con cierta angustia. Se puede vivir sin electricidad,
se dijo, sin gas, sin agua, sin casa, incluso, sin comer apenas. Se fue a
dormir. Tuvo pesadillas. Cuando despertó todavía era de noche. La oscuridad era
tan absoluta que sus ojos no llegaban a acostumbrarse a ella. No veía ni el más
mínimo destello de luz que siempre se filtraba a través de la persiana rota.
Tanteó con la mano en busca del interruptor de la luz y no lo encontró. Se
levantó, pero comprobó que no estaba en la cama. Quiso avanzar y descubrió que
sus pies descalzos no tocaban el suelo. Gritó y su voz sonó extraña, sin eco,
sin reverberación, como si sonara dentro de su cabeza. No olía nada, solo
sentía frío, mucho frío. El pánico se apoderó de él. Ahora comprendió de lo que
eran capaces por no haber pagado las facturas de la vida. Había sido
desconectado de ella. Y lo peor de todo: ¡lo dejaron vivo!
FIN
RECETA: CALABACINES CON PATÉ GRATINADOS
Cortar los calabacines a lo largo y ponerlos en una fuente con la piel hacia arriba. Cocer en el horno a 200º unos 20 minutos. Dejar enfriar y sacar la pulpa con cuidado. Sofreír la carne del calabacin con cebolla picada y 2 cucharadas de concentrado de tomate. Rellenar los calabacines con el sofrito, añadir un poco de paté (me gusta el de pimienta), cubrir con queso rallado y a gratinar.
De hecho, el alma no podría venderse porque, como dijo Calderón de la Barca en "El alcalde de Zalamea": la vida y la hacienda al rey se han de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios. O sea, que sin permiso de Dios, nada.
ResponderEliminarGenial el chiste de Marc Ribot.
Y, como siempre, muy inquietante el relato de Melmoth. ¡Y encima no puedes ni quejarte a la Colau!
Me apunto la receta, a ver si sorprendo a mi familia.
Saludos.
buena forma para pagarse unas buenas vacaciones... eso sí, por eso lugares que acá no te funcionaría... no por religión ni creencias sino que hay poca gente con ellas jaja...
ResponderEliminarque light esos calabacines, me gustó la idea, la voy a pasar... abrazo master!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy bueno el relato y la ilustración. Al final siempre sale ganando el hombre occidental. Ay, si fuera cierto que las almas se quedan atrapadas en una foto el mundo estaría despoblado de gente y solo habría acelgas caminando por la tierra… ¡Ostras! Ahora que lo pienso, es posible que solo caminen por el mundo acelgas, vegetales, como en ¡La invasión de los ladrones de cuerpos! Con tanto selfie y tanto Instagram la gente se ha dejado lo mejor de sí, no en una foto analógica sino levitando en la extraña e inmensa red para siempre como un ectoplasma.
ResponderEliminar¿Sabías que Stephen King tiene un relato titulado “El perro de la Polaroid”? La Polaroid, el Fotomatón, los teléfonos negros de horquilla, las radios de madera, los gramófonos con aquellos altavoces en forma de trombón, en fin, todo lo que no es digital, siempre tienen inquietantes historias que contar. Los fantasmas son tan viejos que no saben cómo introducirse en un smartphone o en los enormes pantallones de las teles actuales. Además, la conexión Wi-Fi les quita el paso. Si eres un nostálgico y quieres tener un fantasma en tu casa hay que comprar en un anticuario un gramófono o una radio de madera con pañito encima y una fotografía color sepia en un marco de fría plata.
¿Sabes por qué ya no se habla sobre el tema de vender el alma al diablo? Porque al diablo ya no le interesa las almas de la gente actual. Según me dijo un día una extraña mujer que se hacía llamar Luci, y de apellido, Fer, en la barra de un bar; ya no se encontraba interesantes almas por ningún lado porque la gente ponía a la venta un alma, que parecía unos calzoncillos sucios tendidos en un callejón pestilente, por chorradas como; carcasas de móviles, un jersey con Yoda estampado en el pecho, un patinete eléctrico, etcétera. Me preguntó por cuanto vendía yo la mía. Como solo llevaba el dinero justo para pagar mi caña, y no podía invitarla como un caballero, le dije que, si ella pagaba la ronda sin pensar mal de mí, con eso estaba más que satisfecho.
Tiene gracia Ribot con la primera escena filmada de la historia del cine. Y genial tu dibujo con la octava parte de la película. Al principio he pensado que te referías a la 2 donde se emitía “¡Qué grande es el cine!” que empezaba, precisamente con esta escena.
Me encanta la ilustración para el relato “La factura”. Puede que sea eso, al fin y al cabo, cuando una persona ya no puede hacerse cargo de ese monstruo que acabará con la humanidad y se llama “Capitalismo Caníbal”.
¡Otra receta para experimentar!
¡Un fuerte abrazo!
¿De dónde vendrá eso de que las fotografías capturan el alma? Yo entiendo que si nunca has visto una foto y no sabes cómo funciona la cámara flipes al ver tu imagen congelada en un papel, pero de ahí a pensar que se ha quedado tu alma...
ResponderEliminarComo de costumbre tu relato me ha recordado otra historia que oí hace mucho. Iba de un tipo que intentó vender su alma al diablo en la edad media. En aquella época la gente creía que eso realmente podía hacerse, es más, temían nombrar al demonio por si aparecía y les chantajeaba para quedarse sus almas. Pues este señor declaró muy indignado que todo eso eran mentiras. El tipo realmente necesitaría dinero y siguió todos los pasos que según la iglesia te ponían en contacto con el demonio. Hizo todos los rituales a la hora exacta, en el monte exacto, dibujando los símbolos en el suelo, invocando al demonio, pero nada. La conclusión final fue que si él, que había hecho todo lo posible por vender su alma, no pudo contactar con el demonio, mucho menos podría la gente que ni siquiera pronunciaba su nombre.
Besos :)
Hola amigo ..que buenos relatos nos has dejado ,desde luego la venta de almas no sé yo a como estará ahora pero desde luego en algunos países debe ser un buen negocio ...el peso más o menos rondará por lo dicho .El otro es un poco macabro que descubras que sigues vivo y los demás no lo vean así .La receta pues a esta hora que te escribo abre el apetito ajjaaj. Un fuerte abrazo y una muy feliz noche.
ResponderEliminarPoco peso parece para un alma, aunque realmente estas cosas espirituales no tienen por qué pesar demasiado.
ResponderEliminarA las creencias religiosas y ancestrales no puedes hacerle preguntas , o crees o no crees. Así de sencillo.
ResponderEliminarsegún algunas culturas orientales el alma está hasta en objetos inanimados como un coche o un teléfono; en todo caso lo que hace una foto es darle un carácter "eterno" hasta que esta sea destruida.
ResponderEliminarsaludos.
Pues sí que tenías razón con el relato de la POlaroid, parece que preparas las entradas con tiempo.
ResponderEliminarEn los anales de la fotografía, aun a riesgo de sonar mal, si que había esa superstición de que tu alma quedaba atrapada por un instante.
En mi caso, elegí estudiar fotografía, porque en casa teníamos pocas. Cosa que no mejoró con los años, porque yo estaba detrás de la cámara y no me hacía autoretratos. Había de todos los tamaños y colores, menos de mí. Supongo que también seré supersticioso.
¡Qué pena que cuando trabajé de fotógrafo, no había gente tan supersticiosa para pagarme los viajes!
Pues hice calabacines rellenos de atún, es lo mismo, pero mezclas la cebolla, el calabacín y el atún reogando. Después yo le eché leche descremada, pero puedes hecarle nata y un poco de harina para espesar. Con la pasta que resulta rellenas y luego sólo pones queso para rellenar.
Saludos.
¡Tu relato es genial, jajaja! Bravo por tu ingenio, Miquel.
ResponderEliminarMuchos besos, Borgo.
No se a que precio se cotiza hoy en día el alma, pero lo cierto es que parece un negocio algo peligroso, solo apto para los amantes de la aventura.
ResponderEliminarUn abrazo
21 gramos pesa el alma, es verdad, al menos eso decía aquella película de Iñarritu con Sean Penn y Benicio del Toro. Sin embargo, lo que más me gusto fue Naomi Watts.
ResponderEliminarSaludos!!
Lo de los 21 gramos parece hasta creíble...lo demás..uff... hay que aceptar el hecho : con las creencias y supersticiones no hay argumentos racionales posibles, de ahí el recorrido y el juego que dan para contar historias, leyendas y sostener sectas y religiones.
ResponderEliminarTu relato tan curioso y con ese individuo tan espabilado jaja.XD Como lo de cambiar collares por pieles...la picaresca amigo, la picaresca.
La receta me parece sencilla y apetitosa. La apunto.
Saludos, Miquel
Hola, Ricard! Osea que al César lo que es del César y el alma sólo es de Dios... y es que eso de la oferta y la demanda en las sustancias intangibles es un tema complicado.
ResponderEliminarRibot y Melmoth son unos cracks. El protagonista DEL RELATO DE Melmoth ha quedado bien deshauciado, ni Colau lo arregla.
Aprovecha ahora que el verano es la mejor época de calabacines.
Saludos!
Borgo.
Hola, JLO! Hay que andarse con cuidado que hay gente muy fanática, lo de ir haciendo fotos por estos lares casi le cuesta la vida a Stanley de Arabia. (yo creo que lo que no perdonan es perder su alma gratis)
ResponderEliminarEsos calabacines quedan muy bien con carne picada si lo prefieres al paté.
Abrazos, amigo!
Borgo.
¿Qué tal, Melmoth? Se dice que a los fantasmas no les gusta la luz eléctrica, así que menos se adaptarán al mundo digital. Recuerda el espectro de "The Ring" que deambulaba a través de un vídeo VHS. Luego sonaba aquel teléfono con su inquietante ¡Riiing!!! echo de menos dibujar esos teléfonos clásicos con la horquilla que se ponía a bailar cuando sonaban.
ResponderEliminarYa sabes que espero al fantasma que me corresponde por derecho en mi casa heredada. Algún objeto vintage sí que tengo, como una máquina de escribir Underwood y otres cosillas.
El mercado de almas debe estar últimamente en horas bajas. Creo que era en un cuento de Chéjov donde un moribundo invocaba al diablo para vender su alma. Llegaba un diablo muy feo y cutre que le decía: "¿Qué esperaba? A tal alma, tal diablo."
Lo curioso es que en aquella época ya existían la sagas y la secuelas cinematográficas, se llamaban seriales, como "Los peligros de Paulina" o "Los tambores de Fu-Manchú" que en España tuvo tanto éxito que trajo una colección de cromos por la que los coleccionistas pagan ahora un pastón.
La última factura engulle literalmente al moroso, eso pensaba al hacer el dibujo.
Abrazos, amigo!
Borgo.
Hola, Doctora! Pues es una creencia común en muchas culturas, y se sabe de otras curiosidades: en el libro de Nigel Barley "El antropólogo inocente" retrata a los primitivos dowayos y esa tribu se revela incapaces de reconocerse en las fotos.
ResponderEliminarAsí que el demonio se comportaba igual que las compañías de teléfonía móvil, mucho prometer y luego nada... pues no me habría venido mal en algún periodo vender una porción de alma o... ¿el demonio acepta alquilar almas?
Besos, Doctora!
Borgo.
Que tal Miquel!
ResponderEliminarInteresante como de costumbre estas entradas. Eso de "robar el alma" era una creencia extendida en su tiempo, en cierto modo ese momento "paparazzo" tiene su gracia...jeje Esos tres elementos "Ceuta", "mili" y "pesetas" me han traido algunos recuerdos, yo esquive Ceuta por poquito, pero bueno, lo dejamos para otro momento...
Me temo que esta vez tu receta la voy a esquivar, no soy muy de calabacines aunque mi mujer se empeña en convencerme de lo contrario...jeje
Saludos y feliz semana!
Hola, Campirela! Bueno, se supone que a mí me vendieron una de 21 gramos por cien de las antiguas pesetas, como dicen en el telediario. Aunque no me dieron ningún recibo.
ResponderEliminarTe recomiendo esta receta veraniega, es muy ligera y sencilla.
¡Feliz noche, Campi!
Borgo.
¡Hola, Macondo! Seguro que pesan poco, no he sabido de nadie que haya tenido que pagar exceso de equipaje por su alma. Debe ser muy portátil y volátil.
ResponderEliminarSaludos, Macondo!
Borgo.
Hola, Tracy! Exacto, o crees o no crees, en eso consiste la fe. Aunque dicen que la fe y la duda son dos hermanos gemelos separados al nacer.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Hola, Draco! Es bonito eso de que el alma esté incluso en cosas inanimadas. Lo contrario de esos pueblos colonizadores que negaban el alma a los indígenas. La foto revela ese deseo de inmortalidad que más o menos tenemos todos, la imagen que permanece.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Hola, brenllae! Me sorprendió que esa superstición aún perdurara aunque lo más probable es que aquel vendedor quisiera sacar algo de dinero, por algo era comerciante.
ResponderEliminarLas Polaroid ya son un objeto vintage como la Leika que usaba mi padre. En 1950 compró una máquina de diapositivas a color y tuvo que enviar el negativo a Alemania (película Kodak) para que las revelaran.
Esos calabacines no los he probado con nata, lo haré la próxima vez.
Saludos!
Borgo.
Hola, Clementine! Muchas gracias. Y ya sabes, mira el pajarito, pero cuidado que no te roben el alma.
ResponderEliminarMuchos besos y feliz septiembre!
Borgo.
Hola, Julia! Sí, en algunos lugares exóticos puede ser peligroso ir haciendo fotos aquí y allá, claro que a 60 céntimos de euro los 21 gramos de alma sale mucho más barato que el jabugo.
ResponderEliminarAbrazos, Julia!
Borgo.
Hola, Ethan! Pues sí, una buena película del autor de "Amores perros" y Naomi Watts estaba muy bien. Hay además una novela corta de André Maurois:"El pesador de almas" que alude al experimento del doctor MacDougall, con un medico obsesionado en medir el alma humana antes de su viaje al más allá.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
¿Qué tal, Abril? Bueno, ya sabes... es esa manía de querer medir y etiquetarlo todo. Yo me imagino a ese doctor MacDougall en un laboratorio al estilo Frankenstein, con todos esos cadáveres... uf!!!
ResponderEliminarEs la primera vez que hago esos calabacines y la verdad es que el paté les da un toque bueno.
Saludos, Abril!
Borgo.
Hola, Fran! Imagínate los paparazzi que rondaban por Roma en "La dolce vita" lo que tendrían que pagar por almas robadas. Anita Ekberg se habría ganado una buena jubilación.
ResponderEliminarLa verdad es que me he sentido vejete al escribir esa parte: "mili, pesetas..." una época remota. A los adolescentes (si es que alguno lee este blog) les sonará a chino cantonés.
¿Has probado los calabacines con pasta y crema de leche? los "fettuccine alle zucchine". Buenísimos, ya publicaré la receta que el verano es la mejor época de calabacines.
Saludos!
Borgo.
Poner precio al alma es difícil. Complicado saber su valor.
ResponderEliminarLo que puede hacer una cámara de fotos!!.
La receta me parece muy original. Me gusta la cocina así que tomo nota.
Feliz Septiembre.
Un abrazo.
Hola, Borgo:
ResponderEliminarEstos calabacines han de estar deliciosos: tomo nota.
La idea de las fotos como hurtadoras del alma del sujeto creo que proviene del animismo, extendido por todo lugar de África, así que tratándose de un musulmán más bien imagino un truco para sacar unas monedas: por suerte tu relato acaba bien y resulta gracioso imaginar la mano sacudiendo la polaroid y el individuo apareciendo poco a poco: ¿dos mil? barato, porque hay que añadir el suspense creado en apenas segundos...
Cuando estuve en Luxor, hace más de 30 años, me invitaron a subir a lo alto de un minarete, yo solo con mis dos cámaras de fotos y un árabe que me acompañaba: hice unas diapositivas que nadie más del grupo pudo imaginar y al descender me encontré con el iman (o vete a saber quien) que me dijo me iba a bendecir y claro, acabé soltando un billete, pero muy a gusto, la verdad. Si hubiera sido ahora, hubiese agotado la batería de la cámara, pero entonces las diapos eran casi tan caras como las polaroid.....
Un abrazo.
Hola, Amalia! Es muy complicado, las almas no dependen de cómo está el mercado ni de la oferta y la demanda. ¿Tendrán temporada de rebajas?
ResponderEliminarLa fotografía cambió el arte. Los pintores dijeron ¿Porqué hacerlo todo tan real si ya están las fotos? y surgió el cubismo y el abstracto.
Verás como te gusta esa receta tan sencilla.
Muy feliz septiembre, Amalia!
Abrazos.
Borgo.
Hola, Josep! Hace poco que una amiga me pasó esta receta y la verdad es que el paté (me gusta un poco picante) le da un toque muy sabroso.
ResponderEliminarSí, para el animismo absolutamente TODO está vivo, consciente y con alma. Me pregunto si algunos pueblos creen lo mismo de los retratos al óleo o las caricaturas. Creo que aquel día el vendedor no consiguió vender ni un cebollino y pensó: con el cuento del alma me hago un poco de "calaix".
Luxor... debe ser un lugar fascinante. Bueno, nunca viene mal que te bendigan. Eso de las diapositivas me recuerdo el pastón que se gastó mi padre cuando se casó en 1954. Eran diapositivas a color Kodak, y tuvo que llevarlas a Alemania para que las revelaran. Eso sí, aún las conservo y parecen sacadas de una película en technicolor.
Borgo.
Las fotos y el alma, como esa costumbre victoriana de retratar a los muertos como si estuvieran vivos. Tiene mucho de magia ver aparecer una imagen as´, de golpe, el revelado dejando ver la figura de una persona, y por eso no me extraña que muchos creyeran que se trataba de robar almas y esencias vitales. Me ha gustado la anécdota y el relato.
ResponderEliminarUy que carísima esa factura, ¿adónde puede ir a reclamar ese pobre? Muy buen relato.
La receta me gusta mucho, es muy sencilla y deliciosa.
Saludos Miquel
:)
Quiero Calabacines con patéeeeeeee
ResponderEliminary tú crees, al igual que muchos pueblos originarios en América, que las fotos roban el alma?
yo no :)
Se equivoca JLO, si se lo querés hacer a alguien acá, te va a cobrar o te romperá el alma. Vos elegirás.
ResponderEliminarMe hiciste recordar la película "21 gramos".
Un crack el chiste de Ribot, genio total. El de Melmoth es asimismo muy bueno, pero esta vez me sorprendió más la economía de recursos de ribot. El de Melmoth me dio un poco de temor, tanto que fui a revisar mis cuentas.
Buena receta, en eso sí tiene razón JLO, muy light esta vez. Habrá que bajarlos con una bebida bien espirituosa.
Esta vez las heroínas de la entrada son tus ilustraciones. De diez
Abrazos Borgo!
Hola, Ana! Qué impresionantes aquellas fotos victorianas. Al principio de la fotografía sólo hacían retratos de cadáveres pues eran los únicos que podían permanecer quietos el largo tiempo que duraba la exposición. No es extraño que al ver la imagen de alguien también pensaran que en la foto se había quedado el alma.
ResponderEliminarCuando leí el estupendo relato de Melmoth pensé en una gran boca que engulle al protagonista llevándose todo.
Una receta sencilla, ligera y veraniega.
Saludos, Ana!
Borgo.
¿Qué tal, Nocturno? Una amiga me pasó hace poco esa receta. La verdad es que el paté les da un toque muy bueno.
ResponderEliminarEso de las fotos y el alma me recuerda una estupenda tira de Quino: un turista quiere hacer una foto a un indio y le dice "Eso roba el alma" el turista le da dinero, el indio acepta y cuando hace la foto el gringo desaparece. El indio le dice: "Yo avisar".
Saludos!
Borgo.
Hola, Frodo! Uf, eso parece un "truco o trato" pero en plan duro.
ResponderEliminarÉsta es mi película preferida de Iñárritu junto con "Amores perros", me gusta su manera de cruzar diferentes líneas argumentales. Lo de 21 gramos ha quedado como sinónimo del peso del alma en la cultura popular. Se sabe que cuando una persona muere exhala aire y es posible que de ahí vengan esos gramos.
Melmoth escribió el relato cuando le contaron el caso de un cobrador que enviaba mensajes amenazantes, tremendo.
Esos calabacines los acompañé con un lambrusco rosado bien fresquito.
Abrazos, Frodo!
Borgo.
La película de 21 gramos la recuerdo un poco floja, aunque creo que era de esas películas que debes ver con el estado de ánimo adecuado y seguramente no lo tenía...
ResponderEliminarSobre el precio de las almas, supongo que depende, en algunas zonas del mundo parece que las venden por kilos y en liquidación...
Me ha gustado la historia :)