CORNELIUS EXPRESS
Una vieja gitana preguntó a Emma Stribling: “¿Quiere que lea
los posos de su café, señora? Es sólo la voluntad”. Emma aceptó conmovida por
el desaliñado aspecto de la anciana. Cuando la gitana examinó los posos su
expresión pasó de perpleja a horrorizada, se santiguó apresuradamente y
abandonó el local a grandes zancadas profiriendo gritos en caló. Emma decidió
ir en adelante a otra cafetería.
-¿Solo una taza de agua hirviendo? –inquirió el camarero.
-Cóbremela al precio de un café –Emma ilustró sus palabras
con una sonrisa-. Solo puedo tomar esta marca de soluble –y sacó un sobrecito
de su bolso.
Emma Stribling era una persona poco convencional.
Antropóloga y con un marido, Cornelius, de la misma profesión, vivieron durante
años con los Beri-Beri; una tribu de la
Micronesia. Siguiendo las nuevas
tendencias, no intentaron modificar sus costumbres, al contrario. Convivían con
ellos en sus chozas de barro endurecido y resquebrajado.
Cornelius sucumbió a las fiebres, pero antes expresó su
deseo de que su funeral se hiciese según el rito Beri-Beri. Esa tribu incineraba
el cadáver, después trituraban los restos hasta convertirlos en cenizas y polvo
que luego hervían en una marmita. Los parientes acudían con sus cuencos para
tomar esa infusión como póstumo homenaje. Emma era la única pariente de Cornelius.
Emma apuró la taza humeante de un sorbo, un ligero temblor
recorrió su cuerpo, se alisó el vestido a la altura del pecho y pidió otra taza
de agua hirviendo.
Había decidido tomar otro de lo que en un genuino rasgo de
británico humor negro llamaba Cornelius Express.
Solo y sin azúcar.
ESPAGUETIS CON SALSA DE CAFÉ
En este libro hay algunas recetas tan curiosas -y fáciles- como esta:
Ingredientes: Espaguetis, nata para cocinar, parmesano rallado, mantequilla, 1cucharadita
pequeña de café molido -no vale nescafé-, pimienta molida
abundante.
En una cacerola rehogamos con fuego bajo el café en mantequilla. Añadir la nata y el queso. Sazonar con sal y pimienta recién molida.
Cocer la pasta en abundante agua salada y escurrir sin que quede totalmente seca. Servir inmediatamente con la salsa de café por encima.
EL CARAJILLO PERFECTO
Me gustan los carajillos cuando hace frío, de coñac o de ron, y al fin he encontrado un local donde lo hacen perfecto. Está en Madrid: Café Galdós, Los Madrazo, 10. en Malasaña, muy cerca de Las Cortes. Calientan un vaso con el azúcar, un chorrito de coñac, tres granos de café y un trozo de corteza de limón. Lo flambean y sirven con una ramita de canela. Delicioso.
El nombre tiene su origen en el corajillo, bebida a base de café y ron que los soldados españoles durante la Guerra de Cuba, tomaban antes de entrar en combate.
Setenta cafeterías de Barcelona participan en algo llamado Ruta del carajillo. Me temo lo peor cuando leo el folleto que han editado: "... al café y al buen brandy se le pueden sumar unas notas de naranja o sirope de higos." ¿¡Sirope de higos!!!? Ay, que quieren cometer con el carajillo las mismas mamarrachadas que hacen ahora con los gin-tonic al que lo disfrazan con pepino, frutas del bosque, flores comestibles y lo que tengan a mano.
No sé, pero de entrada rechazo eso del café con pasta; pero seguro que después está de maravilla, como esos carajillos de los que hablas. Es cierto, en invierno sientan muy bien. El relato está bien, miquel, y los dibujos lo mismo, estupendos. Abrazos.
ResponderEliminarNo está nada mal,además de esos dibujos que tanto me gustan marca de la casa,de verdad.Lo cierto es que hoy se beben menos carajillos quizá porque la gente de la construcción (los que más bebían)ya no son tampoco como los de antes que antes de empezar la jornada llevaban seis o siete,lo sé porque he trabajado en ese oficio.Y no veas,después se subían al andamio como si nada.Hoy está todo muy controlado al respecto. Con esos cascos,las gafas de protección,los guantes,el chaleco fosforescente,parecen extraterrestres.Ya me he salido del hilo narrativo y no sé por donde iba... será el carajillo.
ResponderEliminarUn abrazo,buen hombre.
El relato será heavy, pero a mí me ha encantado. No sé qué tiene la gente en contra del humor negro.
ResponderEliminarEn cuanto a los experimentos con el carajillo y los gin-tonic, la máxima debería ser: si no es para mejorarlo, déjalo tal como está.
Buen relato con sorpresa y corto, y ya se sabe que los británicos tienen un humor muy refinado, algo gris y espeso, como su clima.
ResponderEliminarLos espaguetis no son mi fuerte y con café no sé yo.
;)
Hola, Javier. Confieso que esta receta aún no la he probado pero pienso hacerla este fin de semana, a ver qué tal. Un carajillo matinal en invierno sienta muy bien, sobre todo después de un buen desayuno.
ResponderEliminarGracias por lo del relato y los dibujos.
Abrazos. Borgo.
¿Qué tal, Francisco? Sí, esa gente eran más duros que las rocas. Subiendo por los andamios como koalas trepando y en pleno invierno. Aún se estila el carajilo aunque lo que ha caído en desuso es la "barrecha" (2/3 moscatel, 1/3 cazalla) que tomaban nuestros abuelos. Un auténtico dopaje.
ResponderEliminarAbrazos. Borgo.
Gracias, Sícoris. Los relatos de humor negro inglés como los de Saki o Roald Dhal me encantan pero ese libro va muy en tono light. Yo creo que con los gin-tónic se han pasado un pelín. Hasta me lo han llegado a poner con aceitunas arbequinas y una ramita de tomillo.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Hola, Ana. Los británicos tienen buen humor, lo que es muy necesario con su clima (viví unos meses en Londres) y no lo han hecho mal desde Wodehouse hasta los Monthy Phyton.
ResponderEliminarEn tu caso no te aconsejo esa receta. Yo pienso hacerla por no decir que no la he probado aunque de entrada no me convence mucho.
Saludos. Borgo.
Mr. Borgo, esto de los carajillos me parecio muy interesante, tendre en cuenta sus recetas; por el lado del cuento y los graficos, ambos muy buenos. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mr. Belknap! Aunque ahora mismo me tomaría a gusto un mate. Mi preferido es "La hoja" que cebaba con un poco de piel de naranja molida.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Estupendo relato. Panda de mojigatos. Es de un romanticismo exacerbado. Y muy neocolonialista.
ResponderEliminarQué opinas de los quemadillos?.
De todas tus recetas, me quedo con la mortem, una forma como otra cualquiera de pasar a mejor vida. Yo es que soy muy de rituales...
ResponderEliminarAbrazo
Pasta con café... me he quedado de piedra. ¿Y estará bueno? Pardiez, tendré que probarlo, no me quedo yo con esta duda!!!
ResponderEliminarLo que no me animo son con los carajillos, demasiado para mi :p
No sabía lo del número Bacon!! jejejeje.
Un saludo y buen finde!!
Gracias, Mr. Lombreeze. Me lo temía al ver que la autora tiene su página de facebook tuiteada con mariposas y florecillas.
ResponderEliminarTomé los quemadillos en un bar de El Tubo, creo que en la calle Mártires. Buenísimos. Antes los hacían así -más o menos- en el bar de la estación Delicias, ahora se han "globalizado".
Saludos. Borgo.
Hola, deWitt. Yo también, y por eso me gustaría acabar convertido en carajillo. De ron, si puede ser con sus granos de café y punto de limón.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Hola, Charly Hell. Hoy me he preparado esa receta para comer. No está mal, para probar algo diferente, pero me quedo con las recetas tradicionales: boloñesa, carbonara, roquefort, boscaiola...
ResponderEliminarLo del Número Bacon es muy curioso. Creo que le dedicaré un post.
Saludos y buen finde! Borgo.
Muy buena la historia, el canibalismo es que es un poco heavy, sí.
ResponderEliminarMe recordó el principio a una viñeta de Quino en la que una gitana le tiraba las cartas a un hombre y tras mirarlas asustada le cruzaba la cara de un guantazo y se iba indignada ;P
Gracias, Doctora. Sí, supongo que el canibalimo, aunque sea en forma de infusión, aún es un tema bastante tabú.
ResponderEliminarVaya, no he visto esa tira de Quino pero me imagino que debía ser muy buena, como todo lo que hace. Eso de ver las interioridades de la gente no ha de ser siempre agradable.
Saludos. Borgo.
El relato es extraordinario, Miquel, tu manera de contarlo y la idea en sí, ingeniosísima. Y no te estoy exagerando nada, te lo digo de verdad, me parece magnífico de principio a fin. Y el resto de la entrada, dibujos, recetas... como siempre, no desentona en absoluto. Tú, desde luego, aburrir no aburres :)
ResponderEliminarY ahora sí... muy feliz finde. Besos, Borgo.
¿Qué tal, Clementine? Gracias, me alegra y mucho que te guste el relato. Me dije: ya que no me lo publican pues lo pongo en el blog. Qué bien que va para esas cosas.
ResponderEliminarLo que no me ha convencido mucho es la receta de pasta con salsa de café. Bueno, había que probarlo.
Besos y que tengas muy buen finde.
Borgo.
¡Qué buen relato "Cornelius Express"! Disfruté mucho con su lectura: un acertado manejo de incógnitas, amor, humor negro y toques macabros (con razón huyó la gitana, je).
ResponderEliminarLas ilustraciones, como siempre, rozan la perfección (por no decir "la superan").
¡Saludos!
Que razón llevas en cuanto a los carajillos, es más difícil encontrar un sitio donde los pongan bien que encontrar el arca de la alianza. Y los gin-tonic. Una vez me tiré más tiempo sacando todo lo que le habían metido dentro que bebiéndomelo. A parte del pepino, llevaba también hojas de menta ¿? y granos de pimienta negra.
ResponderEliminarUn saludo
Pues el relato está muy bien, me trajo a la cabeza imágenes del cine de Jacques Tourneur, de mujeres pantera y hombres leopardo.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Juan Esteban. Me alegra mucho que te guste viniendo de otro narrador de ficción como tú. No estaba seguro de dejar la escena de la anciana, quizás quedaba mejor si iniciaba la historia con el camarero directamente.
ResponderEliminarSaludos y gracias. Borgo.
Hola, Gárgola. Ese local de Madrid preparan los carajillos como nadie. Lo de los gin-tónics ya roza el delito ¿Te pusieron granos de pimienta? Uf, yo le habría sugerido al camarero donde guardar sus granos de pimienta. Más que gin-tónics parecen ensaladas.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Hola, Licantropunk. Hombre, me gusta mucho que lo relaciones con esa gran película, quizás por los ecos de la selva que acompañan a los protagonistas de regreso a la civilización... o algo así.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
No soy muy cafetera. Soporto el sabor del café en un tiramisú casero siempre que no sea muy exagerado. Te recomiendo, ya que eres tan cocinillas, que pongas en práctica la que viene en la caja de bizcochos fontaneda (no es que quiera hacerles publicidad, es que queda riquísimo). Soy más de tés, infusiones... y esas corradinas.
ResponderEliminarNo entiendo el rechazo de tu relato, la verdad.
Saludos.
Perdón, quise decir chorradinas. Siempre que me pongo con la tablet se me cruzan las letras.
ResponderEliminarEl relato está muy bien. Me recuerda un acertijo que ponían en algunos másters de dirección de empresas:
ResponderEliminarUn señor ciego entrá en un restaurante y pide sopa de tortuga. Prueba una cucharada, pide la cuenta y se va. Al llegar a su casa, se suicida.
Bueno, aquí os dejo, pensando (bueno, al menos tenéis una pista).
Saludos.
Hola, Nury. También aparece el tiramisú entre las recetas de ese libro, y un curioso helado de café irlandés que pienso probar aunque los postres no son mi especialidad. Miraré esa receta de Fontaneda, supongo que es un pastel de galleta.
ResponderEliminarEl relato lo calificaron de demasiado duro y "crudo", igual había que hervir más tiempo ese café.
Saludos. Borgo.
¡Ja, ja! Pues yo había leído "chorradinas", Nury. Es lo que tiene leer cosas recién levantado.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
¿Qué tal, Ricard? Ostras, muy bueno ese acertijo. No se me ocurre la solución, de verdad, nunca he sido muy bueno en esas cosas. Bueno, te invito a que nos desveles el final cuando quieras.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Bueno el relato, me gusta su ironía, y es a un punto una pequeña historia de terror. Me encanta el café, de varios tipos, incluso y mucho el Starbuck. Y la comida italiana, por lo que tu receta y aperitivo suena genial, junto a un buen relato, y los infaltables dibujos. Un abrazo.
ResponderEliminarEse café es un acto de amor, más juntos imposible. Así que el relato era más bien romántico, no se como se lo han podido rechazar.
ResponderEliminarJa ja el relato me recuerda "tomates verdes Fritos"
ResponderEliminarComo el carajillo, mira que meterle sirope de higos!
Gracias, Mario. Es un relato con un toque canibalesco con aroma de café solo. Me alegra que te haya gustado y la receta es una manera original de preparar la pasta.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
¿Qué tal, Cahiers? Esa era mi intención, un acto de romanticismo extremo. El libro sin relato corto ha quedado algo descafeinado, nunca mejor dicho.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
¿Qué tal, Aris? Es verdad, tiene algo de esa película. Aquí el cadáver no es comido sino tomado en infusión.
ResponderEliminarSirope de higos, trozos de pepino en el gin-tónic... hasta trocitos de chorizo le pondrán cualquier día.
Saludos. Borgo.
Me encantan como hasta el final, me mantienen tus relatos, el Cornelius Express, será un boom si lo patentas y ofreces a la Nesspreso.
ResponderEliminarun saludo
Muchas gracias, Karin, de verdad. Voy a probar si publican el relato en la revista de Nesspreso. Quizás si alguno de los personajes dice eso de: What Else? Hay que ver como ha cambiado con lo del Nesspreso. Ahora todos saben lo que es un capuccino o un ristretto, antes solo había cortado o carajillos.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Hola Miquel!! A mi el relato me parece magnífico. Es cierto que resulta un poco sórdido pero las tradiciones muchas veces lo son. Todos conocemos aquí en España una más sangrienta y repulsiva y ahí sigue después de tantas décadas.
ResponderEliminarCuando yo trabajaba en la estación de autobuses, me levantaba muy temprano, a las 5 de la mañana, era común compartir carajillo en un acogedor bar que teníamos al lado mismo , y oye era mano de santo para terminar de espabilarte del todo.
Un beso y perdón por la tardanza. Es que últimamente ando algo despistadilla :)
Enhorabuena, es buenísima la portada. El relato sí es heavy pero muy bueno. Ya lo podrían haber incluido. La receta de la salsa de café suena muy bien. Me he reído con la aclaración "No sirve Nescafé" jeje Habrá qu eecharse unc arajillo de ron. Abrazos.
ResponderEliminarHola, SqS y gracias! A la editorial les parecía bien publicarlo pero la autora opinaba que era demasiado "brutal" (palabras textuales) También se podría ver como un acto de amor, post-mortem, eso sí.
ResponderEliminarNada como un carajillo para entrar en calor una fría mañana de invierno a horas tan tempranas.
Me alegra que vuelvas con tu blog, ya me he pasado por allí, sabes que no me lo pierdo.
Besos. Borgo.
¿Qué tal, Marcos? Un nostálgico recuerdo a los carajillos "quemaditos" de la Estación Delicias pero seguro que hay otros bares en Zaragoza donde los preparan así.
ResponderEliminarSalsa de café sin Nescafé, para que no quede descafeinada. Me han recomendado el "Blue Mountain" un café hecho con semillas que una gineta come y después evacúa. No sé... la verdad es que es muy caro.
Cuando quieras nos echamos ese carajillos de ron. Abrazos.
Borgo.
Ya verás Miquel, en un futuro cercano los carajillos se harán con brandy destructurado y café ecológico de semillas desmineralizadas en un vaso previamente nitrogenado... Vamos, lo que vendría a ser una porquería.
ResponderEliminarEs curioso que el tema del festival SyFy de este año, creo que sin quererlo, se haya compuesto de entre otras 5 ó 6 películas de caníbales. Esperemos que deje de ser un tema tabú algún día, no desesperemos.
Un saludo
Hola, Alimaña. Ya no se respetan ni los carajillos. Parece el post anterior sobre las cosas raras que se tragan la gente de las películas futuristas.
ResponderEliminarTodo vuelve, me acuerdo muy bien del boom de películas de caníbales de los años 80 con "Holocausto canibal" o "Isla canibal" como las más destacadas.
Saludos. Borgo.
Pues a mí me encanta tu relato, tanto como lo carajillos ;-)
ResponderEliminar¡Muchas gracias, eRRe! Me tomo ahora mismo un carajillo de Magno a tu salud.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Me suena lo de "no encaja en nuestra línea" jajajaja.
ResponderEliminarEl relato me parece muy bueno, nada heavy (a la gitana sí que le espantó jajaja).
Un abrazo
Hola, Ethan. Me alegro de verte. Sí, eso de no es nuestra línea o "Demasiado esto" "Es poco lo otro..." En una editorial (Robin Book) me mostraron unos dibujos y me dijeron: "Cópia a ese autor" Le dije: "Pues ahí tienes la fotocopiadora" y me marché.
ResponderEliminarQuizás la gitana era la lectora de la editorial.
Abrazos y suerte con tu libro. Borgo.
Ellos se lo pierden, nosotros te leemos y admiramos Miquel :-)
ResponderEliminarCafé o té y además carajillo..umm..a mí me recuerda a ciertos baretos..(nada que ver con Starbuks) en dias frios lo mejor para entrar en calor y si además lleva "ingredientes especiales" lo más de lo más..:-P
Saludos
Hola, Abril. No me gustan nada las franquicias y especialmente los Starbucks con esos nombres tan raros: frappuccino, moccalatte, caramel macciatto... y toda la clientela enfrascada con el portátil.
ResponderEliminarAquí es donde se añora un sencillo y honesto carajillo en una mañana invernal.
Gracias por pasarte y hasta la vista. Borgo.
Pues a mi el relato me ha encantado, me parece incluso romántico lo que ella hace por él.
ResponderEliminarMe ha sorprendido la receta de los espaguetis, me la guardo, ahora tengo curiosidad por saber como sabe esa salsa tan curiosa.
En los años que he trabajado como camarero nunca he visto hacer un carajillo tan elaborado, si vuelvo a estar detrás de una barra debería hacerlo, aunque no haré tonterías como añadirle sirope de higos... a no ser que me obliguen.
Hola, Chechu. Yo opino igual, me parece romántico y no tan "crudo" como opinaron en la editorial.
ResponderEliminarLa receta es bastante curiosa, sí, pero no me ha parecido de las mejores para la pasta. Creo que queda mejor con una pasta rellena, como raviolis cuatro quesos.
Yo tampoco he visto -y espero no verlo- lo de sirope de higos pero con los gin-tónics, ya ves... algunos con tanto pepino y fresitas ya parecen ensaladas.
Saludos. Borgo.