Esta portada es para un divertido libro sobre la vida cotidiana del París de
principios de siglo. Encontré una curiosa anécdota que me ha recordado
-salvando las distancias, pues no se derramó sangre- al incidente con mi plato
de caracoles de mi entrada del 6 de noviembre.
Una noche de 1905 entró en un conocido restaurante Henry Baureville, un niño
bien de familia aristócrata. Al ver que a su vecino de mesa le servían una
brocheta de riñones se puso a gritar como un energúmeno: "¡Qué me
dispongan otra mesa! Me niego a comer al lado de un cavernicola que come
semejante porquería!". El cliente insultado terminó sus riñones, se
levantó y se plantó ante la mesa de Baureville con un sonoro taconazo:
-Permitame: soy el barón Slogotzi de Hungría -dijo en perfecto francés-. El
caballero no aprueba los riñones por la noche y tal vez tenga razón pero me
pregunto si aprueba un duelo por la mañana. ¿Sable o pistola?
El retado siempre elige armas. Baureville respondió: "Sable".
Al amanecer siguiente Baureville recibió una profunda estocada en el pecho
por la que tuvo que guardar cama durante dos meses. Espero que esto le
enseñara a ser menos borde y no meterse con los platos de los demás.
Ayer recordé este suceso en el bar donde vengo cada día a comer su menú pues están arreglando la instalación de gas de mi edificio y no puedo cocinar. En la mesa de al lado se sentaban dos chicas. Una, rubia con algo de sobrepeso pero muy atractiva, vestía con gusto. Enfrente, su amiga morena, delgada, con bolso caro del que asomaba un ejemplar de Cuore y esa expresión altiva propia de las bocas rojas y fruncidas como una herida mal suturada. Picoteaba de una ensalada con mucho queso feta y tomates Sherry. A su amiga le sirvieron un solomillo con muy buena pinta, me llegó el aroma de la salsa de roquefort y la guarnición de patatas gratinadas. La morena frunció aún más la boca y señalando el solomillo en salsa con el tenedor le dijo:
-¿Tú sabes las calorías que lleva eso?
En aquel momento yo esperaba ilusionado que su amiga le gritara: "¡Serás zorrona!!! Te reto a un duelo mañana al mediodía -High Noon- y con pistolas. ¡Como la Sharon Stone de Rápida y mortal.!
Pero no. La rubia suspiró resignada y empezó a cortar en silencio su solomillo. Quizás pensando en aquel proverbio húngaro: "Con según que amigos no hacen falta enemigos".
Bueno, como ya he publicado mis recetas de riñones y salsa roquefort y he mencionado por dos veces a los húngaros me decido por mi receta de goulash, el plato de Transilvania preferido por Bela Lugosi:
Sofreír en una cazuela la carne de ternera cortada a dados. Reservarlos en un plato y condimentar con sal, pimienta y paprika o pimentón picante. En el mismo aceite saltear cebolla picada y pimientos rojos en tiras.
Cuando el sofrito esté listo añadir crema de leche, remover bien y triturar todo en la batidora, quedará una salsa cremosa de un atractivo color rojizo.
Volver a poner la carne en la cazuela con un vasito de vino blanco, dejarlo reducir y añadir la salsa. Tapar la cazuela y dejar cocer con el fuego al mínimo durante media hora.
En Hungría lo tradicional es acompañar el plato con una guarnición de tallarines sazonados con un poco de mantequilla.
Hay que gente que tiene el don de amargarte la comida, diria más hasta la vida. Habría que saber el grado de felicidad de cada una..si se mide por calorias o gramos de grasa..umm..
ResponderEliminarQué alegre esa portada parisina :-), me gusta Miquel.
La receta contundente para días como éstos. ¡qué aproveche!
Buen finde :-)
Se me ha colado un que..upss
ResponderEliminarLo gastronómico y lo literario se sirven en el mismo plato de los libros. Si citas riñones; Ulises, de Joyce, si madalenas; Proust, si amontillado; Poe, si unos salmonetes; Montalbano, Duelos y quebrantos; el Quijote, et, et...al gusto, de mano el paladar con las letras.
ResponderEliminarTu portada del duelo, ves por dónde, me ha recordado la lucha de esqueletos de Jasón y los Argonautas, ya sabes, efectos del llorado Ray Harryhausen.
Suculento el “poti poti” de tu relato, estoque, o pistola con roquefort y solomillo caluroso o calórico. El ágape de Transilvania llevará mucho ajo y para el Conde, asaduras de sangre.
Me apunto la receta ¡Salve! Miquel.
Hola, Abril. Sí, hay gente que -nunca mejor dicho- es para darle de comer aparte". La felicidad no sé como se mide, pero hay una excelente película que seguro que conoces: "Un gramo de locura".
ResponderEliminarGracias por lo de la portada. Es un libro muy entretenido sobre una época única, el Paris de antes de la Gran Guerra.
Buen finde! Borgo.
No pasa nada, Abril. Este es un blog muy libre y se te puede colar lo que quieras. Y repito: muy buen finde! Borgo.
ResponderEliminar¡Ostras, Natàlia! Me has ofrecido una buena idea para otro post: platos y su correspondiente literario. El desayuno riñonero de "Ulises", la evocadora magdalena, el venado que sirven en "La máscara de la Muerte Roja"... aquí hay tema del bueno.
ResponderEliminarQué bueno, Harryhausen. Aquella batalla con esqueletos con el fondo musical como de entrechocar de huesos era excelente.
Esta receta me la dio el propietario de un restaurante húngaro en Suiza. Potente y calórica. Ideal para rematar con tokay, el aguardiente de Transilvania que se bebe con tres bolitas de pimienta en la copa.
Petons. Borgo.
Hola Miquel!!Cuánto me hubiese gustado vivir esa vida parisina!!
ResponderEliminarYo recuerdo que hace algunos años me encantaba el bocadillo de riñones que preparaban en un Bar cercano a mi casa!!!hay que ver con la edad lo tiquismiquis que me he vuelto!!
Qué rabia me dan esas personas obsesionadas con su dieta y con la de los demás. Yo tengo la suerte de estar delgada por genética, porque la verdad es que me lo zampo todo, aunque reconozco que si tuviese sobrepeso me cuidaría bastante. C'est la vie!!
Con lo que te encanta cocinar, para ti será un suplicio comer en el bar. ¡¡Qué buena la receta!! Anda, envíame un platito jajajaja.
Un beso y buen finde querido Miquel!!!
Hola, SqS. Recuerdo que en la película "Midnight in Paris" era esa época en la que quería vivir la amiga de Owen Wilson con Degàs, Renoir... La belle epoque.
ResponderEliminarDebían ser buenos esos bocatas de riñones. Yo los he comido de corazones de pollo en los bares de Ceuta, durante la mili. Buenos, baratos y quitaban el hambre.
No es tan pesado ir a ese bar pues hacen platos muy buenas y ya me ha dado más de una anécdota para el blog. Con gusto te enviaba un plato de goulash (parece que en Alcoy ha refrescado y mucho) pero lo veo dificil. Si te pasas por Barcelona, te lo preparo con mucho gusto.
Buen finde! Borgo.
Muy buena entrada, Borgo. Geniales ilustraciones, che.
ResponderEliminar¡Saludos!
Mr. Borgo, la historia del reto es magnifica, y aquella morena skinny no sabe lo que se pierde con tanto control de las calorias. Mr. Borgo, un saludo y gracias por ofrecernos tan suculentas anecdotas de la historia.
ResponderEliminarme ha encantado la anécdota del barón Slogotzi, creo que tenía motivo más que suficiente para ensartar al niñato impertinente, pues el placer la comida es sagrado (bueno, en general todos los placeres)
ResponderEliminar¡y vaya jodelona la morena del rictus amargo! ¡ojalá tanta mala leche se la premie el destino con una buena úlcera!
(las tres portadas maravillosas, como de costumbre, hoy con un toque decimonónico)
besos,
¡Macanudo, Juan! Se agradece una felicitación de este lado del charco. Sos un tipo posta.
ResponderEliminarChao. Borgo.
Hola, Mr. Belknap. A esa morocha ya se la veía con la expresión hostil de quien controla en exceso sus calorías. Al menos que deje a los demás disfrutar de un suculento entrecot.
ResponderEliminarGracias y saludos. Borgo.
Tu portada de "París, 1900" me ha hecho sonreír y vas después tú y dices que es un libro divertido... efectiva portada entonces, si hasta se nota que se lo están pasando bien, y qué bien bailan, oye... ¿Y ese libro, qué tal está, Miquel, me lo recomiendas acaso?
ResponderEliminarMe gustan también tus otras portadas y muy buenas las dos anécdotas, que digo yo que cada uno deberíamos tener nuestro derecho a comernos las calorías que queramos, vive y deja vivir... Seguro que la vida de esa chica es más triste que la del solomillo.
Besos, Borgo, y pasa un buen fin-de-se-ma-na :)
Si seré torpe, con tanta gula, se me olvidó la G de magdalena, disculpas.
ResponderEliminarEs que hay gente muy maniática con la comida y muy sensible. A mi, aunque no me guste algo, me da igual mientras no sea yo quien me lo coma. Un compañero de trabajo odiaba la fruta hasta tal punto que dejó a su novia, guapa a rabiar, porque un día se comió una manzana delante de él. Será porque padecía el síndrome de Adán, si es que eso existe.
ResponderEliminarHola, Maslama. Yo también creo que ese aristócrata remilgado se merecía un buen escarmiento y también la morena chafa-placeres ¡Con la pinta que tenía el entrecot!
ResponderEliminarMe alegra mucho que te gustasen las portadas. Ese era el tono que intentaba darles.
Besos. Borgo.
Hola, Clementine. Es un libro muy entretenido de Daninos, un cronista de la vida social parisina. Aquí está descatalogado pero sí que encontrarías el libro "Los comentarios del Mayor Thompson" del mismo autor y también muy divertido.
ResponderEliminarEso seguro, Clementine. Tanto el solomillo como su acompañante rubia y rellenita se veían mucho más apetitosas que esa bocazas.
Muy buen fin de semana! Borgo.
Nada, Natàlia. Espero que la G te supiera bien. ¿Te trajo algún recuerdo como la famosa magdalena?
ResponderEliminarBesos. Borgo.
Hola, Cahiers. Recuerda que yo hago en casa mis "Menús Gore" pues la pareja de mi amigo Jaume no puede ni ver la casquería.
ResponderEliminarEso de la manzana es muy fuerte. Posible Síndrome de Adán. ¿Se acercó una serpiente que hablaba cuando mordisqueó la manzana?
Saludos. Borgo.
Las mujeres no se retan en duelo por una cuestión cultural pero no por falta de ganas pues, en general, son más propensas que los hombres a lanzarse dardos envenenados en forma de comentario casual y odiarse por ello. Bueno, tampoco soy un experto en mujeres pero siempre he tenido esa impresión. Saludos.
ResponderEliminarLa receta pinta deliciosa.
ResponderEliminarReceta, anécdota y curiosidad.
ResponderEliminarAntes por nada desenvainaban el sable o empuñaban la pistola por nada, que altivos los aristócratas que a le menor pedantería se sentían insultados.
Lo de contar calorías es tan aburrido y absurdo, ¡hay que vivir y disfrutar de la buena comida!
:D
Hola, Ricard. Eso me pareció ver en la mirada de la rubia al oír el comentario sobre las calorías. Si tuviera que dibujar la escena en un cómic habría puesto dardos saliendo de sus ojos.
ResponderEliminarCreo que lo de las puyas no entiende de sexos. Conozco a más de uno que si se tragase la lengua se envenenaría. No lo digo por nadie de aquí ¿eh?
Saludos. Borgo.
¿Qué tal, Chechu? A mí ese plato me gusta mucho. Puedes añadir una guindilla al sofrito para un sabor más intenso.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Y que lo digas, Ana. Solo nos faltaba pasar el día contando calorías como dicen en un anuncio.
ResponderEliminarPor entonces los duelos en Francia estaban prohibidos pero había cierta permisividad con los de "primera sangre" para que los aristócratas arreglaran sus asuntos entre ellos.
Saludos. Borgo.
ResponderEliminar¿Y ese "Dracula at the Opera" de una tal Mary Saks? No encuentro referencias en Google, ¿Como es posible? :(
Hola, Wolfville. Es que en realidad no es un libro. Es un artículo (o un relato corto, no sé) que se publicó en Arkham, una revista-fanzine de Inglaterra. Solo me dijeron: "Dibuja un Drácula en la ópera" y poco más. Creo que me salió más bien Nosferatu.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
La portada divina y la receta tiene una pinta deliciosa. Los riñones no me gustan, pero me encanta que la gente disfrute de la comida. No está mal ser moderado pero, vamos, lo justo.
ResponderEliminara mi tampoco me gustan los rinyones pero si el goulash. lo comi por primera vez en Berlin este en 1986. muy picante. me bebi tres cervezas. era en pleno agosto y mi anfitrion.era un disidente buscado por la stasi. al acabar entro la policia y me dejaron ir a cambio de darles los tirantes de mis pantalones
ResponderEliminarHola, Nury! Gracias por la portada _me lo pasé bien haciéndola- y esa receta es muy adecuada para los días fríos como en Transilvania.
ResponderEliminarClaro, imagínate que has de discutir con tu vecino de mesa porque ha pedido un plato que no te gusta. Pues cuando empiecen a hablar de política o de fútbol...
Saludos. Borgo.
¿Qué tal, Aris? ¡Alucinante tu encuentro con la Stasi! Parece una historia de Quim Minzó ¿Y tus tirantes? ¿Creían que llevabas microfilms ocultos? Toda una experiencia.
ResponderEliminarYo también comí goulash en Alemanis, muy picante y te traían una salsera con crema de leche para rebajar el sabor.
Saludos. Borgo.
Al leer la anécdota pensaba que el chico era un niño de verdad y me había parecido muy fuerte que le reatsen a un duelo.
ResponderEliminarLa tía esa debería saber que en algunos sitios tipo Vips o Burger King engordan más las ensaladas que las hamburguesas (o eso dicen), así que mejor que ande con cuidado.
Hola, Doctora. No, que va, aunque era un "niño bien" ya estaba bastante crecidito.
ResponderEliminarVaya, eso de las ensaladas no lo sabía. Se ve que en esas cadenas las grasas vienen de maneras más o menos solapadas. Supongo que será por las mayonesas y otros condimentos.
Saludos. Borgo.
Definitivamente, la rubia tenía que haber retado a la otra en duelo. Y usar sable, además, para atravesarle el cuore que llevaba en el bolso. :)
ResponderEliminarMuy chulas las ilustraciones. Un abrazo.
Eso, Sícoris y muy buena la relación con el Cuore. ¡Zas! Estocada en pleno Cuore.
ResponderEliminarMe alegra que te gusten los dibujos. Abrazos y buena semana. Borgo.
Ufffff, riñones no gracias... no puedo con ellos (a mi padre sin embargo le chiflan).
ResponderEliminarLa chica rubia ante la impertinencia de su amiga debería haber contestado algo relativo a la cara de vinagre que se le estaba quedando de tanto mirar por la linea.
Además donde esté una mujer con curvas, con buen color, que se quiten los insectos palo.
Un saludo.
Hola, Charly. Con el tema de la gastronomía casquera no hay término medio: o te encanta (como a mí) o te repele.
ResponderEliminarPues sí que es cierto que se le estaba poniendo cara de vinagreta a la obsesa de las calorías con esa nariz recta y esa boca cruel. A mí la verdad también me interesan mucho más las mujeres que de verdad tienen curvas, como el título de aquella obra de teatro.
Saludos. Borgo.
- ¿Sabes cuántas calorías tiene eso?
ResponderEliminar- 850, exactamente. Lo que no sé es por qué como contigo.
Nunca comería riñosnes! Pero, si me dejaran una espada, ¡pobres de vosotros!!! jejejeee...
ResponderEliminarMe gustó mucho, Miquel.
Abrazos, Anna
Ja, ja. Loquemeahorro: esta es una precisa y muy buena respuesta.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Hola, Anna! De acuerdo; para mí los riñones y para ti la espada para que des unas buenas estocadas.
ResponderEliminarMuchas gracias y hasta la vista. Borgo.
Amigo Zueras, gracias por ese regalo que me ha llegado al corazón. No todos los días recibe uno algo tan intransferible, una ilustración que siempre conservaré.
ResponderEliminarGracias y un fuerte abrazo, esperando mejore de esa lesión.
¿Qué tal, Cahiers? Todo un placer el dibujito, únicamente siento no haberme lucido más por esta lesión que tiene su miga (a ver si mañana lo cuento) Choque esos cinco, no, mejor un abrazo. Gracias y afectuosos saludos. Borgo.
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