miércoles, 29 de junio de 2016

UN RELATO PREMIADO: LOW COST

He ganado un premio en el concurso Cuentos y vermut convocado por el Museo del vermut de Reus (creo que es la única ciudad del mundo con un museo dedicado a este aperitivo) Las únicas reglas eran que los textos no excedieran de dos folios y que en alguna escena apareciera un vermut.
LOW COST
 Con el tema Reflektor de Arcade Fire sonando a todo volumen en los auriculares, Sara Tippihedren se siente como en el cielo y lo está: en la cabina del vuelo 714 Palma-Barcelona, con un vaso de vermut en la bandeja plegable de su asiento. Estira el cuello para mirar por una ventanilla, allá abajo el mar resplandece como el dorso de escamas plateadas de un gigantesco dragón marino. “Ya debemos estar a punto de llegar”, piensa, y entonces el avión hace algo insólito.
Se ha quedado parado. Por un momento Sara se teme que el aparato se precipite al vacío pero no, está suspendido inmóvil en el aire, como un globo sonda. Los pasajeros se miran entre sí desconcertados y Sara se quita los auriculares cuando el copiloto asoma la cabeza por la cortina de la clase turista.
 -Señoras y señores pasajeros: acaban de comunicarnos que Topaz Airlines ha presentado suspensión de pagos y no podemos continuar el viaje. Lo sentimos, pero tendrán que seguir a pie. Pueden bajar cuando se les antoje.
-¡Esto es una vergüenza! –grita un pasajero de camisa estampada verde.
-¡Y el gobierno venga a decir que ya no hay crisis! –protesta una señora con pamela floppy de paja.
 Sara se pone los zapatos, coge su bolsa de viaje por el asa y sostiene horizontalmente  una caja octogonal con una ensaimada Horno Santo Cristo tamaño 470x470x70.
 Han abierto las puertas de emergencia y al otro lado les espera de pie sobre las nubes una sonriente azafata. Parece una vampira de película serie-B con su canino manchado de carmín.
-¡Vamos, salgan, no teman! Además, casi hemos llegado –señala hacia abajo-. No estamos lejos. ¿Ven? Allí está el monumento a Colón, y la aduana del puerto… No tienen más que ir en esa dirección. No olviden su equipaje…
La bajada no parece tener más de tres kilómetros de altura aunque una fina niebla lo cubre casi todo. Sara mira asustada en derredor. Cierto: la gente comienza a descender con las maletas en la mano y desaparecen en la neblina.
Levanta el pie por encima de la puerta y salta. Camina varios metros por un terreno invisible. Le parece andar por arena mojada.  “De modo que eso es lo que se siente al avanzar entre nubes”, se dice. Atraviesa un grueso nimbo que la rocía con frías  gotitas de agua.
 Entonces las ve, suspendidas sobre ella en el cielo, prestas para lanzarse en picado. Las gaviotas giran y se remontan juntas contra el viento.  Una gaviota desciende veloz sobre un pasajero  con maleta de ruedas y caja de ensaimada que se ha quedado rezagado. Al instante se le unen otras, seis, siete, una docena de gaviotas.  “Quieren la ensaimada”, piensa Sara. El hombre usa la caja octogonal como escudo cubriéndose la cabeza. Las gaviotas continúan lanzándose sobre él, los agudos picos rasgan la carne, buscan los ojos, mientras otras devoran la ensaimada.
De repente uno de los pájaros, con el pico manchado de sangre y azúcar en polvo, fija su mirada en la caja que lleva Sara y alerta al resto de la bandada con un estridente graznido. Sara les arroja la ensaimada para ganar tiempo y corre a toda velocidad hacia el monumento a Colón.
Jadea… “Espero poder llegar a la columna, meterme en el ascensor y bajar en las Ramblas”, y Sara Tippihedren se apresura saltando de una nube a otra mientras las gaviotas describen círculos a su alrededor.
CÓCTEL NEGRONI
El premio consiste en una caja con seis botellas de vermut reserva y un kit de coctelería. Con esto puedo preparar uno de mis cócteles preferidos, el Negroni:
Preparar en vaso mediano: hielo, 1/3 Vermut rojo, 1/3 Ginebra, 1/3 Campari.
Remover y servir con una rodaja de naranja.
El Negroni Sbagliato (Incorrecto) se prepara con cava sustituyendo la ginebra para quien prefiera una bebida más ligera.
EL 2016 DEL FUTURO
Mi última portada para un curioso libro de Jack London: La peste escarlata, escrito en 1912, y ambientado en un post-pocalíptico 2016  en el que la Tierra es azotada por una pandemia; los humanos se vuelven de color rojizo, mueren y se desintegran en pocos minutos. ¿Han notado últimamente alguna manchita roja al mirarse en el espejo?

viernes, 17 de junio de 2016

AQUEL AÑO SIN VERANO

Tras una inestable primavera ya estamos a las puertas del verano y de un bicentenario: 1816, el  llamado Año sin verano
 Meses antes, en abril de 1815, se produjo la mayor explosión volcánica conocida en la historia de la humanidad, la del volcán Tambora, en Indonesia. Las nubes de cenizas y azufre lanzadas por este volcán se esparcieron a todo el mundo enfriando al clima del Hemisferio Norte al bloquear la luz del Sol con gases y partículas.
Por toda Europa se sucedieron heladas en aquel junio de 1816. En América las cosechas de maíz no maduraban  a causa de las bajas temperaturas lo que provocó miles de muertes por hambre. En ese año Edgar Allan Poe emprende un viaje a Inglaterra y encuentra un paisaje insólito: icebergs frente a las costas inglesas. Su obra Arthur Gordon Pym está muy influenciada por esta gélida visión. A mí la portada me la sugirió un cubito de hielo flotando en whisky:
  Un día de ese verano que no pudo ser, se reunieron el poeta Percey Shelley y su esposa Mary Godwin con Lord Byron y su médico, el doctor Polidori. El encuentro tuvo lugar en Villa Diodati, una mansión suiza. Inspirados por aquellas condiciones siniestras de mal tiempo y lluvia incesante surgió la idea de que cada uno escribiese un relato fantasmagórico. Polidori escribió “El vampiro” –que inspiró a Bram Stoker su “Drácula”-, Byron compuso el poema “Oscuridad”. Cuando le tocó exponer el texto a Mary Shelley contó la historia de una criatura terrorífica, un tal Frankestein, se titulaba “El moderno Prometeo”.
Pero, ¿qué habría pasado si ese clima inhóspito hibernara las musas de estos creadores?
 Ahora lo que apetece es un gazpacho fresquito. Me han venido ganas mientras hacía este dibujito para un bar de Castelldefels.
 Escaldar 500 gr. De tomates maduros 2 minutos y dejarlos enfriar para pelarlos más fácilmente.
Pelar y cortar 2 cebollas grandes. Quitar las semillas de 1 pimiento rojo y 2 verdes y cortarlos a trozos. Pelar 1 diente de ajo y quitarle la vaina verde.
Pelar y cortar 4 pepinos. Quitar la miga de una barra de pan, mejor del día antes.

En un vaso para batidora mezclar los ingredientes con aceite de oliva, vinagre, sal, pimienta blanca (yo añado unas almendras tostadas) y ½ litro de agua. Triturar y dejarlo en la nevera al menos 6 horas.

miércoles, 8 de junio de 2016

A VECES MI GATO VE FANTASMAS

Tengo un nuevo compañero de piso: mi gato Jabberwoocky. 
 Le he puesto ese nombre por el surrealista poema Jabberwocky de Lewis Carroll sobre el que hice unas ilustraciones años atrás; aún guardo esta, de un Limazón. "Brumeaba negro el sol. Agiliscosos giroscaban los limazones, banerreando por váparas lejanas..." 
Jabberwocky, a veces, se queda mirando fijamente a la nada. Repentinamente, el gato se queda quieto, inmóvil, mirando hacia un punto del oscuro pasillo donde no hay nada ni nadie. Esto me ha recordado la creencia de que los gatos pueden ver fantasmas y me ha dado la idea para una serie de relatos titulada:
GENTE QUE LLAMA A MI PUERTA
 Golpean la puerta con los nudillos –no soporto los timbres-, abro. Dos jóvenes, hombre y mujer, trajeados, con carteras con el logo del Instituto de Estadística y unas extrañas gafas. Van al grano:
-Es usted un fantasma. De los de verdad, de los vaporosos que traspasan paredes. ¿No lo sabía? Tranquilo, no es el único.
-Dé gracias por no ser un vampiro –añade la mujer-. Eso puede ser dañino para sus vecinos, vemos cada caso… se haría cruces. ¡Ji, ji, ji! Nunca mejor dicho.
Empiezo a ponerme nervioso y a tragar saliva. El joven me pregunta si he notado algo raro últimamente, quizá extraños fenómenos eléctricos.
-Bueno… cuando  apago la luz de mi cuarto veo unos resplandores verdes.
-¡Ahí lo tiene! –exclama  el joven apuntándome con un bolígrafo-. Resplandor residual de fotones.  Parte de su ectoplasma queda atrapado en las bombillas y se libera al apagar las luces.
-Miau –interviene Jabberwocky. Es su hora de comer.
-¡Pero mi gato me ve! Me está pidiendo su comida.
-Los gatos pueden ver y percibir entidades fantasmales –tercia la chica dándose unos golpecitos con el índice en las gafas-. Nosotros le vemos a usted por estos cristales que captan el aura electromagnética. Bueno, no le entretendremos más –abre la cartera y me entrega unos documentos-. Firme aquí, por favor, y aquí. 
 Firmo y les pregunto: “¿Cómo debo comportarme a partir de ahora?”.
-Oh, con naturalidad. Sea… etéreo. Traspase paredes y esas cosas.
Se levantan y me estrechan la mano-. ¡Huy, es como tocar una nube! ¡Ji, ji, ji!  –. Dice la joven entre risitas. Se van.
“¡Miauuuu!” Mi gato parece tener un reloj en el estómago, siempre puntual pidiendo la comida. Se me ocurre que sería divertido llegar a la cocina sin abrir la puerta, traspasando la pared.
Lo pruebo, experimento un cosquilleo de serrín y una sensación oleosa de capas de pintura látex. Atravieso incorpóreamente más tabiques. Me doy cuenta de que me he pasado de largo al notar el sabor de curry con cilantro y plátanos machos que está comiendo el vecino bengalí de la Puerta-C. Aún me falta práctica; claro que ahora dispongo de mucho, muchísimo tiempo.


¡Deseadme suerte! Me han nominado para un premio de ilustración en Inglaterra por esta portada -soy el eterno candidato pero no me como un cacao-, Choke (Asfíxia) del autor de El club de la lucha, tiene como protagonista a un estudiante de medicina que simula ahogarse en los restaurantes. Sus "salvadores" se sienten responsables de él y le envían cheques. Hay un punto de complicidad pues una vez tuvieron que hacerme la Maniobra Heimlich. Por si alguien le interesa lo cuento aquí:

miquel-zueras.blogspot.com/2012/01/conocen-la-maniobra-heimlich.html