viernes, 27 de junio de 2014

SLENDERMAN, LA PRIMERA LEYENDA URBANA DE INTERNET

Confieso que no había oído hablar del Slenderman (El Larguilucho) hasta que me encargaron esta ilustración para un artículo.

 Pero, ¿quién es este ser? Pues un personaje ficticio que se originó en un foro de internet convertido ahora en una leyenda urbana. Es representado como lo que parece un hombre delgado, extremadamente alto como un árbol, con brazos muy largos y que a veces suele tener tentáculos en la espalda, manos más grandes que las de un humano y con un rostro blanco sin rasgos faciales. Usualmente viste con un traje formal negro y corbata del mismo color. Las distintas leyendas formadas alrededor del personaje dicen que SlenderMan acecha, secuestra, o traumatiza personas, particularmente niños y suele merodear por las zonas boscosas del Noroeste de los Estados Unidos.

 El fenómeno surgió en 2009, en el foro de internet CreepyPasta de Eric Knudsen, quien publicó una fotografía que mostraba una figura alta y siniestra al acecho detrás de un grupo de niños. Lo realmente perturbador de la imagen era la presencia de niños que jugaban alrededor del extraño, como si no pudiesen verlo, pues… ¿a qué niño no le llamaría la atención de un tipo alto, sin cara y con tentáculos?  Knudsen propagó el rumor de que esos niños desaparecieron poco después sin dejar rastro, al igual que Mary Thomas, la autora de las fotografías. Nunca encontraron sus cadáveres. Y eso no es todo; mucha gente aceptó esa historia como cierta.
 Al parecer el Slenderman se basa en  The Grossman: (“hombre alto”) un humanoide altísimo y aterrador que vivía en los bosques y se llevaba a los niños que se portaban mal, la leyenda es de origen alemán. Su relación con Slenderman implica a unos grabados hechos en 1540 por Hans Freckenberg: en uno se ve a un caballero medieval luchando con un esqueleto de extremidades anormalmente largas, en otro se ve a un esqueleto semejante llevándose a unos niños. Se cree que ese esqueleto es una representación de The Grossman. Supuestamente, Hans desapareció (creen que se lo llevó The Grossman) sin razón aparente en 1543, y los grabados fueron hallados en el Halstberg Castle en el 2003. No sé, pero esa historia me suena a otro bulo de CreppyPasta.
Las alarmas se han disparado al registrar un ataque inspirado por Slenderman: El 31 de mayo de 2014, dos niñas de 12 años de edad inmovilizaron y apuñalaron 19 veces a una compañera de clase también de 12 años. La menor víctima de estos hechos sobrevivió al ataque gracias a la intervención de un ciclista que pasaba por allí. Según las autoridades, afirmaron que querían cometer un asesinato como un primer paso para convertirse en proxies (acólitos) de SlenderMan, después de haber leído sobre él en la red.

El próximo agosto se espera en nuestras pantallas  Entity o SlenderMan:The Movie, una película independiente de terror dirigida por los hermanos Christopher y Jeremy Jadallah. Por el tráiler me parece – y mucho- que se han inspirado en El proyecto de la bruja de Blair.
Dedicado a Miguel Ángel del blog El carnaval del señor Wolfville.



miércoles, 18 de junio de 2014

CUATRO HIPSTERS EN UN COCHE (Relato con receta)

--Esta debe ser la casa de la fiesta –dijo Mario señalando al frente.
Aparcó el coche junto a un arcén de hierba. Los otros tres ocupantes levantaron la vista de sus smartphones examinando la casa parduzca y sus ventanas iluminadas.
-¿Seguro que es aquí la fiesta? –Iván tomó a Paula por el hombro notando que su mano aún temblaba. Se habían llevado un buen susto cuando Mario, con un brusco giro de volante, evitó chocar contra un árbol al tomar una curva con demasiada velocidad.
Vaya decoración –advirtió Sandra arrugando su nariz. No esperaban aquel entorno de objetos absurdos, surtidores de imitación y querubines color turquesa. Parecía la mansión de un mafioso ruso.
Mauro acercó su mano al timbre y en ese momento se abrió la puerta como si alguien que estuviera dentro los hubiera visto llegar.
-¡Hola! Adelante - Tras la puerta había un hombre de treinta años estilizado y atractivo, a pesar de su chándal de mercadillo y el peinado mullet. Rezumaba confianza y cordialidad. Se presentó -: me llamo Hugo.
 El tumulto en el interior era increíble. Se hallaban en una enorme sala abarrotada de gente. Los cuatro amigos lanzaron críticas miradas a la imposible ornamentación: candeleros, flores de cera, cuadros con escenas de caza del zorro en una campiña inglesa... Toda una parafernalia del mal gusto, desconcertante y sin armonía. Había una chimenea color rosa pastel donde ardía un fuego sobre una plataforma a pesar de que hacía calor.
Nadie parecía reparar en los recién llegados. Mario tomó la iniciativa y los hipsters le siguieron entre compactos grupos de personas. Todo parecía irreal, como si la gente se disolviera ante ellos. La brillante melena de Mario les orientó hacia un buffet frío rebosante de embutidos y lonchas de queso. Iván se sirvió un vaso de un gigantesco tazón de vidrio.
-Vino rosado – informó a Paula con una mueca-, y muy malo. Se introdujo en la boca una alita de pollo que tenía un sabor indefinido.
Paula no le escuchaba, se había quedado absorta contemplando un rostro amarillento que atisbaba el interior desde una vidriera, estaba royendo algo que parecía una ardilla… o una rata. Paula supuso que era una ilusión óptica causada por los reflejos del fuego de la chimenea.
La multitud aumentaba. La atmósfera se volvía húmeda y cargada. Los hipsters se sentían como flotando en gelatina caliente. Sonaba un disco de Melody.
-Vaya gente rara –observó Mauro.
- ¿Pero conocéis a alguien de aquí? –intervino Sandra-. Yo creo que nos hemos equivocado de sitio… y de fiesta. No es nada de nuestro estilo, en absoluto.
-Lo que me faltaba después del susto en la carretera –dijo Iván-. Esto es horrible, vámonos de aquí.
Se dirigieron apresuradamente hacia la puerta. Hugo, el hombre del chándal y el peinado mullet, les cortó el paso incrementando su confusión. Le acompañaba un hombre gigantesco con media cara hundida, una visión desagradable e increíble acentuada por la  estridente camisa hawaiana adornada con piñas y palmeras que vestía.
-No podéis salir –la voz de Hugo tenía ahora un extraño carácter metálico-. Muchos actúan así, os acostumbraréis,  todos lo hacen.
 Se acercó a un balcón y los cuatro hipsters miraron en la dirección que señalaba su brazo. Había una imponente vista de la carretera y las colinas que la rodeaban.
-¡Mi coche! –exclamó Mauro.
Lo que quedaba de él, más bien. El vehículo estaba comprimido contra un árbol en una curva desagradablemente cerrada. Por una ventanilla asomaba un brazo ensangrentado. Paula reconoció su llamativa pulsera.
-Bienvenidos al Purgatorio de los Hipsters –los labios de Hugo se retiraron sobre los dientes amarillos; se suponía que era una sonrisa-. Os espera una larga temporada en esta sala con mala comida y música espantosa. Algunos necesitan su tiempo para habituarse pero aquí hay mucho… tiempo. Después de todo, los cuatro estáis muertos, ¿sabéis?
Por un instante, el salón pareció quedar lleno de ecos hasta que sonó un estallido de música enlatada: La Mandanga, de El Fary.
RECETA HIPSTER
Se considera un plato hipster desde que lo cocinaron en un episodio las protagonistas de Girls; considerada la serie hipster por antonomasia.
TALLARINES CON GAMBAS Y ESPÁRRAGOS
 Cocer en agua hirviendo con sal los espárragos verdes al dente (unos 5 minutos) Cortarlos en trocitos y reservar un poco de agua de la cocción.
Poner una sartén con aceite de oliva a fuego mediano y dorar 4 dientes de ajo fileteados.
Añadir los espárragos, cocinar un par de minutos, agregar un poco del agua de cocción y dejar reducir. Agregar 350g de gambas peladas, sazonar con pimienta negra y cocinar hasta que se vean rosadas (unos 3 minutos) añadir un poco de sal si es necesario.

Cocer la pasta en abundante agua salada. Escurrir y mezclar con las gambas y los espárragos. Servir inmediatamente con un poco de mantequilla por encima.
¿Qué tal rematar con un cóctel con esta ginebra de nombre tan sugerente?
GIN FIZZ
Preparar en coctelera: hielo, 1 cucharadita de azúcar, zumo de medio limón y una copa de ginebra.
Agitar bien, servir en vaso mediano y terminar de llenar con soda.

viernes, 13 de junio de 2014

NORMANDIA: DOS PERSONAJES DE LEYENDA

En el reciente 70º Aniversario del desembarco en Normandía se ha echado de menos -el Padre Tiempo tuvo la culpa- dos testimonios muy singulares:
LA BESTIA DE OMAHA

 Heinrich Severloh (1923-2006) un soldado alemán que el 6 de junio de 1944 defendía el nido de ametralladoras 62 de la playa Omaha en Normandía. Era el mejor tirador de la unidad y su teniente –al que idolatraba- le ordenó resistir a toda costa y vaya si lo hizo: a las 5 de la mañana empezó a disparar y 9 horas y 12.000 cartuchos más tarde aún seguía disparando. Fue el primero en abrir fuego y el último en disparar. Su ametralladora se calentó tanto que la hierba a su alrededor quedó calcinada y mientras su arma se enfriaba seguía disparando con un fusil. De las 2.500 bajas americanas en la playa de Omaha se calcula que casi la mitad se deben a Severloh. Cuando los tanques llegaron a la playa comprendió que no podría hacerles frente, abandonó su posición y fue capturado unas horas más tarde.
En el campo de prisioneros proyectaron un noticiario en el que por primera vez oyó hablar de La bestia de Omaha como le bautizó la prensa americana. Naturalmente prefirió no revelar a nadie la identidad de aquel tirador.
 Las pesadillas por lo vivido aquel 6 de junio le persiguieron durante años. Leyendo el libro de Cornelius Ryan El día más largo Severloh vio el nombre del soldado David Silva –por entonces sacerdote en Alemania- que fue herido en su sector, probablemente por el mismo Severloh. Se hicieron amigos y Silva le convenció de que quizás le ayudaría dar a conocer su historia. La foto recoge el emotivo encuentro de Silva y Severloh (izq. y dcha. respectivamente) en la playa de Normandía. Severloh concedió en 1977 una entrevista a un periodista de Der Spiegel revelando la identidad de La bestia de Omaha. El artículo conoció una gran repercusión y hasta se rodó un telefilme basado en aquel día de junio del 44 que nunca olvidaría Severloh.
EL PRIMERO EN VERLOS LLEGAR

El comandante alemán Werner Pluskat (1912-2002) fue el primer hombre de la Europa ocupada en divisar la invasión desde su bunker en Omaha, muy cerca de la posición de Severloh (En la foto, Hans Blech en la película El día más largo (1962) Gritó su célebre frase: "¡Es la invasión, miradla!" y llamó por teléfono a su superior, el coronel Block:
-¡Block, es la invasión! ¡Hay miles y miles de barcos!!!
-¿Hacia dónde se dirigen esos barcos? -preguntó Block.
Pluskat miró por la abertura del bunker y contestó:
-Directamente hacia mí.

Dediqué un relato a ese periodo convulso de la Francia de 1944, visto desde una barbería:
BARBERÍA BROSSET, 1944

Durante cuatro años todos los jueves entraba en mi barbería el mayor Stuermer, jefe de las fuerzas de ocupación de la zona, para recortarse el cabello. Ocho centímetros reglamentarios en la parte frontal y rasurado en las sienes y nuca. Una mañana de junio me indicó que se lo dejara más corto que de costumbre pues se iba con su unidad a Normandía. Le esperaba una larga temporada llevando casco de acero y el calor apretaba. Apliqué mi rigor profesional para disimular la incipiente alopecia de su coronilla. Desde ese día nunca más volví a ver a Stuermer.
Un día de finales de julio a la hora de comer –cuando no suele haber nadie en la barbería- entró Bouvet muy nervioso y cargado con dos maletas. Bouvet era un colaboracionista que hasta se había dejado crecer un bigotillo igual al de Hitler. Me pidió que se lo afeitara. Cuando terminé me pagó con un paquete de cigarrillos –ya casi no circulaban los Reichmarks- y se fue apresuradamente. Tampoco he vuelto a ver a Bouvet desde entonces.
  Una bochornosa tarde de mediados de agosto se presentaron tres hombres armados con mausers y portando brazaletes con la Cruz de Lorena.
-Coge tus instrumentos –me dijo uno que, pese al calor, llevaba chaqueta de cuero- .Te esperan cuatro señoritas.
-No trabajo con mujeres –respondí-, esto es una barbería para caballeros…
Se rieron de buena gana y me dijeron que no importaba, que cogiera lo que necesitara y que les acompañara a la plaza mayor.
En un banco del centro de la plaza había cuatro jóvenes sentadas con las cabezas gachas. Una multitud a su alrededor las increpaba.
-Colaboracionismo horizontal -me dijo el hombre de la chaqueta de cuero-. Se han acostado con boches.

Dadas las circunstancias no realicé un mal trabajo. Primero las tijeras, luego la maquinilla. En plena tarea, un corresponsal americano me hizo una foto. Me fijé en el nombre que llevaba sobre el bolsillo derecho de su guerrera: Robert Capa. Después juntaron todos los cabellos en un montón como quien barre hojas secas y les prendieron fuego. Un olor acre se extendió por el pueblo.
Por la noche me serví un rebosante vaso de calvados y me senté frente al gran espejo del comedor. Miré hacia mi reflejo y dije: “El Tribunal de Responsabilidades declara abierta la sesión”. Un juicio en el que yo era fiscal y defensor. Todo era confuso. Acababa de prestar mi único servicio a la Resistencia rapando a cuatro muchachas pero antes me había pasado cuatro años cortando con esmero el pelo a Stuermer y había ayudado a escapar a un colaboracionista. Pronto dictaminé el fallo: era un caso de capilaridad consecuente.
A la mañana siguiente, cuando abrí la barbería, soplaba un fuerte mistral. El cabello se arremolinaba sobre el lado izquierdo de mi frente. La parte derecha de mi cabeza –y la zona correspondiente al bigote- estaba completamente afeitada.








viernes, 6 de junio de 2014

LA HECHICERA (Relato mexicano)

Todo ocurrió muy deprisa, así que lo contaré del mismo modo:

Cuando a Ivo le ofrecieron un puesto importante en una sucursal de México aceptó sin dudarlo a pesar de que se encontraba en el norte, en Chimichanga, con su terrible calor masticable. A las pocas semanas conoció a Ilsa, fue un flechazo, se casaron el mes siguiente. Ilsa era medio india zapoteca por parte de madre, y una hechicera.
 Eso último lo supo una tarde en que se refugió de un aguacero en un bar que copiaba con simpatía la decoración de las pirámides aztecas. Pidió un Margarita que el cantinero preparó con la gracia de un malabarista. Al primer trago, Ivo se sintió chisporroteante por dentro. Afuera las palmeras se doblaban por el intenso chaparrón.
Un viejo se sentó a su lado en la barra. Ivo le invitó a una copa. “Mezcal”, luego añadió: “Cada cual escoge su veneno”. Aquel viejo conocía a la familia de Ilsa. Le dijo que la madre de ella era una reconocida bruja en varios kilómetros a la redonda. Ivo no se sorprendió al recordar aquella vieja de piel tiznada y grumosa.
-Ándate con cuidado, güey –le advirtió el viejo con sonrisa de sandía rajada-, puede que tu chamaca también sea una hechicera. ¿Sabes lo que hacen cuando sospechan que su marido le es infiel? Le entierran los calzoncillos en el jardín, y ese hombre nunca logrará salir de su casa – Se rió con una carcajada que sonaba al crujir de un somier.
Ivo acabó su Margarita. Se quedó inquieto con la conversación. Era como cuando uno sale de viaje y trata de recordar si no dejó abierta la llave del gas. Ese viejo olía a gas.
Ivo e Ilsa estaban cenando en una noche de luna llena y ulular de lechuzas. De repente, Ilsa le dirigió una mirada llameante. Sus pestañas se movían como alas de insecto. Le espetó:
-Si un día me engañas, te esconderé los calzoncillos y nunca podrás salir de casa-. Ivo se quedó helado al ver como se distorsionaba la boca de Ilsa formando un ocho horizontal.
 Todo ocurrió muy deprisa, así que lo contaré del mismo modo: Poco después, el 16 de septiembre, se celebró una fiesta en la empresa por el Día de la Independencia.  Ivo estaba tremendamente borracho y fue con una mujer a una oficina desierta. Le fue infiel a su esposa encima de una fotocopiadora.
Ivo regresó a casa sigiloso, como un ladrón que acecha entre las sombras, y se tumbó vestido en la cama al lado de Ilsa que parecía dormir profundamente.
En mitad de la noche, Ivo se despertó inquieto. En alguna parte ladró un perro y en el silencio nocturno el ladrido sonó como el tañido de una campana de bronce.
Miró hacia el otro lado de la cama. Vacío. “Se ha ido”, pensó aún confuso. Cuando comprobó que Ilsa no estaba en la casa supuso que se habría ido andando –no sabía conducir- a la estación de autobuses. Quizás la alcanzaría con el coche.
Intentó salir de casa pero no lo consiguió.  Todo ocurrió muy deprisa, así que lo contaré del mismo modo: Cada vez que abría la puerta no encontraba el jardín, sino el recibidor que en  aquel momento intentaba abandonar. Volvió a intentarlo una vez más: abrió la puerta, todo estaba oscuro, palpó la pared buscando el interruptor de la luz del porche. No consiguió encontrarlo. En cambio encontró el perchero y el paragüero. Volvía a estar en el recibidor del que acababa de salir y de espaldas a la puerta de salida.
Ivo corrió hacia el armario de la ropa. Abrió uno de los cajones. Faltaba uno de sus calzoncillos. Compungido, Ivo suspiró:
-Y encima se ha llevado los Calvin Klein.
HORA DEL CÓCTEL
 Al terminar el relato me han venido ganas de tomar un Margarita, pero como ya expliqué en otra entrada como preparo esta bebida ahora le toca el turno a otro excelente combinado: Tequila Sunrise, que además es el título de una película -aquí estrenada como Conexión Tequila- con tres actores que por entonces vivían su mejor momento: Mel Gibson, Kurt Russell y Michelle Pfeiffer.
TEQUILA SUNRISE: Tequila, 25 ml. Zumo de naranja natural, 100 ml. Granadina, 2 cucharadas, Hielo.
En una coctelera o una jarra introducir la mitad de los cubitos de hielo, el zumo de naranja, el tequila y remover enérgicamente.
En una copa alta añadir el resto del hielo, verter la mezcla y echar despacio la granadina para que vaya al fondo y le añada un bonito toque rojo.
Volver a remover bien y servir adornado con una rodaja de naranja.

El nombre de amanecer es debido a las irradiaciones de color que produce la naranja y la granadina al verter en el vaso de tequila.