lunes, 22 de febrero de 2010

COOPER EN LA HABITACIÓN ROJA


Basado en un relato de Toño Benavides
No recuerdo como he llegado aquí. Sé que es la habitación de un motel por el cartel con las tarifas y las instrucciones en caso de incendio colgado en la puerta. Sostengo en la mano un vaso con un poco de bourbon, lo dejo caer y miro aturdido como los cristales se desparraman como las cuentas de un collar. Hay una ventana abierta. El viento mueve con desgana las cortinas de un rojo intenso. De detrás de las cortinas sale un enano como si apareciera en el escenario de un circo, me sonríe y se pone a bailar. Chasquea los dedos al ritmo de una música imaginaria y con voz gutural dice algo incomprensible:
-onisesa le se repooc etnega le.
Aparto la mirada sintiéndome extrañamente turbado y entonces veo a Laura Palmer sentada en un discreto rincón. Me sonríe mostrando dos filas simétricas de dientes blanquísimos y se ajusta la falda sobre las rodillas con un gesto ensayado. El enano sigue bailando sobre el suelo zigzagueante de la habitación roja.
Desde la ventana se oye un rumor de voces roncas y discordantes. Son también agentes del FBI porque percibo claramente un “Tenemos un 115”, es decir, un doble asesinato. Luego las voces quedan ahogadas por el ruido de sirenas y llantas que chirrían sobre la grava. Están rodeando el edificio, al parecer el asesino se encuentra aún en el motel.
El enano ya no baila, está inmóvil. Laura Palmer yace exánime sobre el sillón. Ahora lo entiendo todo. El enano, o quizás Laura, sospechaba y debió ponerme una droga en la bebida que tardó en hacerme efecto. He perdido un tiempo vital contemplando absorto un baile que solo existía en mi mente. Un doble crimen. Está claro quién es el asesino pues el pestillo de la habitación está cerrado por dentro y Laura y el enano están muertos. Aporrean la puerta.
FBI! ¡Abran inmediatamente!

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